Debo reconocer que ¡me fascinan los Cementerios! Así es, por más bizarra que esta declaración parezca.
Desde pequeña, cuando acompañaba a mis familiares a visitar a nuestros difuntos, sentía fascinación por leer las lápidas. Calculaba – en base a las fechas talladas - la edad en la cual fallecieron quienes allí yacían. Luego, imaginaba sus historias: ¿Fueron felices? ¿Habrán amado? ¿Qué recuerdos dejaron a sus deudos? Algunos murieron muy jóvenes. ¿Qué les habrá pasado? ¿Cuántos sueños inconclusos dejaron?
También me gusta admirar la grandiosa arquitectura de los mausoleos que componen el ala histórica del Cementerio General. ¡Cuántos próceres de Chile es posible encontrar! Presidentes, artistas, actores sociales. Todos descansan en la misma necrópolis, constituyendo sus sepulcros un testimonio de su existencia y una oportunidad para el recuerdo.
A tanto llega mi fascinación – la cual comparto con mi pololo, por cierto – que en una ocasión pasamos su cumpleaños fotografiando este panteón ¡Sí, aunque suene rarísimo! Nos perdimos por horas, contemplando los magníficos detalles de las réplicas del Palacio de la Alhambra o la Iglesia San Francisco. Fue una celebración especial, ¡mágica!
Por lo mismo, cuando hace varios años (antes de la masificación de redes sociales como Facebook o Twitter, que hacen el flujo de información más expedito) oí respecto del primer Tour Nocturno por el Cementerio General, no dudé en inscribirme. ¡Fue una experiencia genial! No sólo orientada al natural morbo de visitar por las noches la “Ciudad de los muertos” (con la secreta esperanza de presenciar una aparición), sino enfocada - además - en rescatar la historia misma de Chile, sus próceres y un sinnúmero de personas anónimas como nosotros, que también amaron, rieron y soñaron, dejando en su última morada un poco de su historia. De sus gustos y afectos, apreciables en los detalles que adornan las sepulturas, cosa que esta iniciativa rescató en forma magistral y emotiva.
Para quienes buscan cazar fantasmas, oportunidades abundan. En ese contexto, ¡imposible no recordar una simpática anécdota de aquella ocasión!: Tenía como ringtone la pesada respiración de “Darth Vader”. En lo mejor del recorrido, llamó mi mamá. ¡Imaginarán la expresión de horror de los concurrentes!
En fin, el tour es ¡toda una experiencia!, no sólo para los amantes de la historia; también para quienes sienten fascinación por el arte y la arquitectura. Las imponentes edificaciones del camposanto van desde lo clásico (verdaderos palacios post – mortem, vitrales incluidos) hasta lo moderno, con construcciones vidriadas de tendencia minimalista.
Descubrí con verdadero placer no ser la única en poseer esta extraña afición de recorrer y contemplar la necrópolis. Tanto fue el éxito de la iniciativa que hasta hoy se mantiene, teniendo además un símil en el Cementerio Católico (lugar llamativo de por sí, con sus oscuras catacumbas). Si bien aún no vivo esa experiencia, no pienso perdérmela ¡y reservaré mi cupo lo antes posible! Voy feliz por otro encuentro con el arte, la cultura y – más aún – nuestra propia historia.