Había una vez, una chica de esas simpáticas, livianitas de sangre, que andaba por la vida de una forma libre y sin preocupaciones. Tenía sus cosas por aquí, por allá y estaba feliz de esa manera. Un día, apareció un “personaje” de esos típicos de cuentos, que juran amor eterno y proyecciones como si las consiguieran a costo cero en las ferias (una lástima). Con el pasar del tiempo, la chica comenzó a creer en este lolito y luego de bastantes dudas y “auto-peros”, se tiró de “piquero” en sus brazos para disfrutar lo que él le ofrecía…
Fueron meses felices, (sí, hay que admitirlo) sin embargo, este lolito tenía una serie de problemas que no lo dejaban vivir en paz: no sabía querer ni valorar lo que tenía (algo fuerte para alguien que se creía un caballero). Y, - cuando una relación se vuelve tormentosa - es fácil olvidar las cosas buenas.
En un punto la situación se volvió insostenible, llegando a crear una relación “basura” y con - probablemente - incontables mentiras de parte del "galán". Lamentablemente, la sintonía no fue la mejor entre ellos y cuando la chica ya estaba locamente enamorada –algo raro en ella- este espeluznante personaje decidió comenzar a portarse aún peor y a menospreciarla. Ella - sin ser víctima - fue bastante “decente” con él en todo momento, pero no recibió lo mismo a cambio. Incluso, él decidió involucrar a una tercera persona, una "amiga" a quien nombraremos “Nada”; ésta era una criatura que desconocía el respeto e intentaba sentirse plena invadiendo el espacio mental del chico, sin saber lo que llegaría a causar después. En fin, “Nada” era como una polilla molesta - bastante precaria a mi parecer -, de la cual no vale entrar en detalles. Lo aburrido de esto, es que sin importarle al chico la incomodidad que su novia sentía, comenzó a contarle a “Nada” las cosas que pasaban con ella.
Puede sonar bastante repetida esta historia, o un cliché, incluso se puede leer con despecho, todo lo que piensen es libre y no representa las emociones de quien está contando este relato utópico, fome y sin condimientos, que ni siquiera para algo amargo alcanza. A veces ella se pregunta mil veces: ¿hasta dónde es correcto arrepentirse de haber conocido a alguien?, luego cierra sus ojos e intenta pensar en otra cosa, pues de la experiencia no aprendió nada que no supiese de antes.
Fueron días bastante negros, los peores que puedan imaginarse. Según entiendo, la ausencia sirve y el despecho ayuda (triste verdad). Sentir las piernas dormidas y un ahogo profundo en las mañanas, además del dolor incesante por las noches, antes de dormir, fueron sensaciones con las que tuvo que aprender a lidiar.
Sin embargo, no todo es negativo, pues apareció alguien en la vida de la chica que resultó ser excelente medicina: una silueta parecida a la de un lobo con enormes ojos marrones que sólo traía para ella cosas geniales, a la altura de lo que realmente merecía. En tan sólo unos días, todo lo que ese chico sin mente hizo en meses, fue reemplazado por dulces momentos. Ahora ella disfruta con él y el resto ya no importa; está tranquila por saberse valorada, ahora y siempre, sin jugar.
Sería genial tener un "detector de pelotudos” –piensa ella- o que las cosas malas que pasan no siempre dolieran tanto. Sería genial que no existieran las mentiras; todo sería genial si él no hubiese aparecido en su vida. La conclusión final es que todo lo bueno ahora es nada y que despojarse de los cables de esa relación ha sido lo mejor que ha hecho en las últimas semanas.
Luego de un largo “en fin”, ¿tú, tienes algún cuento que contar?