Siempre he pensado que ver una película basada en un libro es algo riesgoso. Sí, riesgoso porque es muy difícil que veas reflejado en la pantalla todo lo que pasó por tu cabeza mientras lo leíste, sobre todo si se trata de sagas tan fantásticas como El Señor de los Anillos o en mi caso, que soy fanática de Harry Potter y fui al cine a ver las 8 películas (después de haber leído los 7 libros, claro está).
Pero quizás esa es la magia del cine, que puede sorprenderte de buena o mala manera; el punto acá es ir a sentarte frente a la pantalla con la mente lo más abierta posible porque si quieres ver una réplica de lo que leíste, lo más probable es que te vayas decepcionada a casa.
El cine es otra cosa, es apreciar la calidad de las imágenes, las nuevas tecnologías (punto aparte: oda al inventor del 3D), la fotografía, el vestuario, la música, las actuaciones; en fin, tantos detalles que le dan un giro a lo que ves. Y eso es lo que me pasó con El Hobbit: La desolación de Smaug.
Estrenada el 26 de diciembre en las salas de cine chilenas, la segunda parte de la precuela de El Señor de los Anillos - recordemos que el Hobbit ocurre 60 años antes de los sucesos allì narrados -continúa con la historia de Bilbo Bolsón y los trece enanos que siguen su travesía épica para reclamar la ciudad de Erebor y sus riquezas atrapadas en la Montaña Solitaria bajo la custodia de la criatura más aterradora, el dragón Smaug.
Lo cierto es que los 161 minutos de duración se pasan volando, la música acompaña perfectamente cada escena y las imágenes en 3D te hacen sentir dentro de esos maravillosos paisajes (con abejitas volando entre nosotros, incluso). Y claro, la película se exhibe con 48 fps (cantidad de fotogramas por segundo), el doble de lo que estamos acostumbrados a ver normalmente.
A mi parecer, Peter Jackson, su director, la hizo de nuevo. Porque presentó , sin limitarse a reproducir el texto. Logró recrear espacios, sensaciones y ambientes para dar mayor profundidad a una historia a la que se le puede sacar muchísimo provecho debido a la riqueza creativa de J.R.R Tolkien.
De hecho, El Hobbit finalmente será una trilogía. Así es, a El Hobbit: Un viaje inesperado y El Hobbit: La desolación de Smaug, se suma El Hobbit: Partida y regreso que se estrenará en diciembre del 2014, siguiendo con la tradición de Jackson de estrenar en Navidad.
Mención especial a la actuación de Evangeline Lilly que interpreta a Tauriel, un elfo silvano que no aparece en el libro de Tolkien, pero que se hace absolutamente necesario en la cinta. Es como si siempre hubiese sido parte de la historia.
Absolutamente recomendada, chicas. Si te leíste o no los libros, de todos modos te sentarás a ver una buena película. Al menos yo me quedé con ganas de que sea pronto diciembre del 2014 para poder ver la última entrega de la trilogía.
Acá te dejamos el trailer de la segunda parte de El Hobbit:
Y tú ¿ya te diste una vuelta por el cine a ver El Hobbit?