Cuando estás en esa etapa ad portas de entrar a la universidad o llegando de vacaciones a algún lugar al que nunca has ido antes, es genial cómo se te van dando las oportunidades para conocer nuevas personas, cambiar tu aire y relacionarte con un tipo de gente que quizás nunca pensaste que ibas a conocer. Similar es ingresar a un nuevo trabajo y toparte con personalidades que o no tienen nada que ver contigo o son casi tus almas gemelas. Con el tiempo, conformas lazos hasta llegar a crear ese equipo idóneo que hace tus días más cortos y entretenidos.
Lo mismo pasa con las relaciones de pareja, esa sensación de “tener ganas” de que algo surja ¡me encanta! y esa curiosidad sobre sus detalles o mentalidad; la forma en que él ve y aprecia las cosas es un muy buen enganche para darte cuenta de si realmente quieres seguir descubriendo más cosas de esa persona.
Abrirse a la posibilidad de investigar sobre las aficiones de alguien resulta atractivo porque sabes que siempre puedes aprender algo nuevo de aquello; similar es cuando vas al colegio por primera vez o comienzas a viajar sola por Santiago, tomas la micro y tienes que preguntar para no irte en otra dirección. ¿Les ha pasado que conocen gente buena onda en la calle, metro o en algún parque? Yo conseguí así a un amigo, y la verdad es que es una de las mejores personas que conozco, la amistad ha perdurado en los años y ha sido fascinante conocerlo.
Hay que expandir la mente y tener presente que podemos elegir amistades, futuros novios o lo que sea. Siempre tenemos la oportunidad de agregar a nuestros círculos personas que valen. Eso sí, ojo con los parámetros de elección, la vida me ha enseñado que son los años los que demuestran los verdaderos sentimientos de la gente que tienes a tu alrededor; sin embargo, las primeras pinceladas vienen con la primera impresión y el tiempo de calidad que pasas con la gente.
¿Y tú, qué opinas?
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