Muy pocas horas faltan para que se inicie un nuevo ciclo. Es momento de balances; basta una rápida mirada en Facebook para observar cómo nuestros contactos resumen sus vivencias y exponen sus esperanzas y deseos para el año que se inicia. Para algunos, el saliente 2013 fue un buen año: se consolidaron en su empleo, encontraron pareja. Otros preferirían olvidarlo.
Personalmente, creo que 2013 fue un periodo favorable. Tuvo dulces y agraces, como siempre; todo ciclo los tiene. Puedo agradecer al universo la compañía del hombre que amo, un hijo sano, el apoyo de mi familia y un trabajo apasionante. ¿Expectativas? ¡Uf, millones! Lo más probable es que las escriba en una esquela que lleve conmigo al dar las doce. Pero el simple hecho de tener este papel entre mis manos, o de desear que mis expectativas se cumplan mientras observo la pirotecnia, no logrará el milagro.
¿Se han fijado como todos nos proponemos una y mil cosas cada nuevo año? En el balance final, pocas se cumplen. ¿Por qué? Quizás el error esté en pensar que sólo anhelarlo y llevarlo en nuestra mente en la mágica noche de Año Nuevo hará que se concreten así como así. Pero no, no se trata de eso: la clave del éxito es trazar un plan para lograr nuestro objetivo.
¿Queremos adelgazar? No bastará con pedírselo al 2014 como quien eleva un deseo al paso de una estrella fugaz. Tenemos claro el objetivo, ¿no? Entonces, ¡pensemos cómo conseguirlo! ¿Me inscribo en un gimnasio? ¿Dejo de comer golosinas y tomar gaseosas? ¡Existen mil formas para lograr nuestras metas! El secreto es proponérnoslo, elaborar una estrategia para alcanzarlas, ser perseverantes y ¡voilà! No hay mayor misterio. Nuestro error en las ocasiones previas es que nos quedamos sólo en eso de proponérnoslo.
Y bien, chicas ¿listas, no sólo para desear, sino para elaborar su plan de acción 2014? ¡Mucho éxito, un abrazo y… feliz Año Nuevo!