Hace 5 años hice uno de los viajes más lindos y significativos de mi vida. Con un ex pololo partimos como mochileros a recorrer el norte, con un destino final: Machu Picchu.
Sinceramente, estar en este lugar es una experiencia inolvidable. Llegar no fue fácil, los pasajes en el tren que te lleva desde Ollantaytambo hasta Aguas Calientes estaban agotados, por lo que debimos caminar casi 40 kilómetros.
Una noche para descansar y al día siguiente subir a las famosas ruinas. El trayecto se puede hacer en bus o a pie, subiendo una escalera de piedra que parece interminable. Por supuesto, nosotros escogimos la segunda opción. Aunque por momentos creímos no lograrlo, al llegar a la zona donde se compran las entradas sentimos que había valido la pena.
Corriendo el riesgo de que me consideren cursi, les diré que estar en las ruinas es simplemente mágico. Mirar esas construcciones logra trasladarte a aquellos años; les juro que casi podía ver la vida que llevaba el Imperio Inca varios siglos atrás.
Para hacer aún más fantástico el viaje decidimos subir el Huayna Picchu; para eso deben llegar muy temprano, pero es 100% recomendable. Desde ahí tendrán la vista que sólo nos pueden mostrar las postales.
Les aconsejo que si van se preocupen de negociar todos los precios (traslados, hostales, tours, etc.), les aseguro que se ahorrarán varios pesos. Además, si les gusta leer le recomiendo que para este viaje lleven "Las Venas Abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano. Así se conectarán aún más con este bello continente en el que nos tocó nacer.
¿Se animan?