Recuerdo que la primera vez que fui al ginecólogo tenía 16 años y estaba a punto de salir de cuarto medio. Llevaba algunos meses con mi primer pololo de la vida y la verdad es que nunca antes había tenido una inquietud respecto al tema. En casa no se hablaba mucho de eso así que todo era medio novedoso.
Fue mi hermano mayor el que me llamó por teléfono y me dijo; “¿Y, chica? ¿Cuándo vamos a ir al ginecólogo para que te empieces a cuidar?” Casi me morí. Pero tenía razón, había que tomar los resguardos necesarios para disfrutar de una sexualidad responsable y genial.
El primer dato me lo dio una amiga ¡y es que no quería ir a cualquier lado en esta primera experiencia que muchas me pintaban como traumática!. Pero lo cierto es que no tiene nada terrible, sólo que es extraño sentarse frente a una persona que posteriormente mirará la salud de tu entrepierna.
A partir de esa primera experiencia, mi periplo por encontrar a “ese” o “esa” ginecóloga ha sido arduo. Porque una no puede llegar y abrirle las piernas a cualquier doctor si no sientes la confianza suficiente con el especialista que tienes enfrente. De repente un mínimo comentario te cohíbe - o te hace sentir incómoda - porque la sexualidad no es igual para todas; no la transitamos de la misma manera ni estamos dispuestas a escuchar cualquier opinión.
Por otra parte, si no tenemos la confianza necesaria con el/la ginecóloga ¿cómo vamos a hablar de ciertos temas típicos de la sexualidad? que algo te pique, te duela, que no logres llegar al orgasmo; las dudas respecto de la previa, que se rompió el condón, que sientas un mal olor... ¡En fin!, tantas cosas propias de amar que requieren en muchos casos un consejo o guía especializada.
Punto aparte para esos ginecólogos a los que les baja la moral cuando te atienden. ¡Debo reconocer que eso es lo que más me incomoda!, porque no todos tenemos los mismos conceptos acerca del sexo y es muy penca oír un "sermón" que te haga sentir promiscua. Para qué andamos con cosas: una busca el consejo de un especialista, no del papá.
Hoy continúo en esa búsqueda. Pero lejos de querer escuchar preceptos morales, me interesa vivir y disfrutar de una sexualidad plena, estando sanita; vibrar desde lo más profundo del ser sin tapujos ni dudas. Porque el amor tiene diversas formas, ¡y la sexualidad es una de las más exquisitas de ellas!.
Y tú ¿ya encontraste a tu ginecólogo/a ideal?
Foto CC vía BCN.