Creo que vivir con tus padres es exquisito. En lo personal, mi viejita (de crianza) es de aquellas que esperan cuando una llega tarde, con algo calientito para comer o tomar once. Pregunta, con cariño e interés genuino, cómo estuvo tu día. ¡Es muy linda! Sin embargo, llega un momento en que la vida – y tu propia naturaleza – exige (con un grito desesperado) tu independencia: tu espacio. Aquel que necesitas para compartir con tu pareja, criar a tus hijos. Donde predominan tus colores, tus preferencias y cada cosa tiene tu sello.
Me gusta cuando en cada detalle tu hogar habla de ti; de tu personalidad. ¡Qué bonito es elegir los muebles o la decoración que tendrá! Los colores que te reconfortan, elementos que son significativos para ti, para tus retoños o la persona que amas. Creo que una casa, un espacio, es como una hoja en blanco, donde puedes escribir tu propia historia.
Además, qué mejor que establecer tus propios horarios: de salida, de llegada, sin entorpecer las rutinas de otros ni molestar a nadie. En tu “reino” tú organizas el tiempo, de la manera que mejor te acomode. Y puedes definir en qué instantes requieres quietud y silencio para revisar tus pendientes o simplemente estar a solas. Tu orden o desorden son sólo cosa tuya.
Si lo anterior YA es bacán solas, aún mejor es cuando encuentras a la persona perfecta para compartir ese querido proyecto. Aquella que está dispuesta a seguirte: tu compañero de ruta. Un partner que aporta a tu vida sus propios colores y detalles, que junto con los tuyos forman una sola historia; un registro visual de lo que ambos son. Un espacio. Mucho más que una casa: SU hogar, donde ustedes establecen las reglas.
Sabes que has hallado al compañero perfecto cuando sientes que cuesta despedirse en cada anochecer; que es tu refugio y tu hogar está en el preciso lugar donde se encuentra él. Que te reconforta, te da paz. Que cada mañana que pasa quieres recibirla juntos. Entonces, es cosa de organizarse: ver la forma de generar los recursos para concretar ese anhelo de despertar abrazados cada día y construir en conjunto un escenario para su futuro. No es un camino fácil: la plata no siempre acompaña, los créditos son difíciles de obtener. Claro, extrañarás los cariños y regaloneos familiares, pero es un paso MEGA necesario y vale muchísimo la pena intentarlo. ¡El corazón te lo pide y nada es imposible cuando hay voluntad! Con ella todo se logra. Tener un espacio propio es un derecho y necesidad fundamental. Uno de los mejores y más determinantes avances de nuestra vida. ¡Y es simplemente exquisito!
Y tú, ¿ya formaste tu propio hogar? ¿cómo ha sido la experiencia?