Todas tenemos nuestras rarezas y la mía es que: detesto hablar por teléfono. Al menos en asuntos no coloquiales. Cuando niña me gustaba bastante: era entretenido conversar con las amigas a través de este canal e incluso “jotearse” a algún chiquillo. Pero ahora, en tiempos en que internet se ha masificado rauda e increíblemente, limitarse al diálogo telefónico es un verdadero cacho. En el chat - o a través de los correos electrónicos - ahorras tiempo, a la vez que puedes hacer otras cosas mientras conversas o apoyarte con material gráfico (videos o fotos)
En la conversación telefónica debes atender a tu interlocutor al tiempo que estás pendiente de un sinfín de elementos distractivos. Ok, todavía es una herramienta necesaria cuando requieres un diálogo más íntimo o celeridad en la respuesta que precisas. Pero en un mundo hiperconectado como el que vivimos hoy, estando pendientes de mil cosas al mismo tiempo, pucha que es útil Internet. Además, no se corre el riesgo de que estés en el baño, comprando o atendiendo algún asunto justo cuando esa llamada importante - sí, la que esperabas - acontece.
El chat o correo electrónico tiene también la gracia de que existe un respaldo de la información que recibes. Después nadie puede desconocer lo que dijo, porque hay pruebas de que efectivamente así fue. Quizás por eso algunas personas aún prefieren los teléfonos y temen tanto a esta nueva herramienta que nos entrega la tecnología: porque no disponen de información fidedigna que entregar, y claro, por teléfono cuentear es más fácil.
Personalmente, cuando me preguntan de qué forma prefiero que me contacten, mi respuesta es Internet. Te da una gama mucho más amplia de opciones para enriquecer la información que entregas o recibes. Otorga la posibilidad de chatear por voz (sí, también) y comunicarte en forma inmediata o asíncrona, además de tener un registro de lo conversado. Puedes revisarla cómodamente desde tu celular (¿Qué mejor?) Al menos, para temas laborales, comerciales o académicos, es lo ideal. Y lo escribo desde la rabia que me produce el que una "hermosa" empresa me tenga hace más de un mes esperando respuesta a la pregunta que les formulé. Todo, porque la maldita burocracia (o la ignorancia) les obliga a catetearte por teléfono para entregarla (y en los momentos menos oportunos). Ojo, que no se trata de algo confidencial ni mucho menos, tan sólo una modesta y roñosa información. ¡Es tan fácil y bonito como enviar un mail! ¿Por qué tanto miedo a la era digital?
En fin, porque nos facilita la vida (y puede hacerlo aún más si todos la usan), yo amo la red. Si sabes medir su uso ¡es la mejor de las aliadas!.
Y tú, ¿Qué prefieres? ¿Internet o teléfono?