Comencé a ver Avenida Brasil durante un periodo de asueto. Como fan declarada de las teleseries brasileñas - desde la inolvidable Jade y sus desventuras en“El Clon” - y habiendo rallado el tubérculo entremedio con producciones como “El Profeta”, no podía dejar de seguir la que se promocionaba como “sensación”.
La teleserie me pareció sumamente entretenida y cautivante, como las producciones de la red carioca O’Globo suelen ser: verdaderas obras de arte, con elementos dramáticos atractivos. Para qué estamos con cosas ¡en teleseries, los brasileños dictan cátedra! No fue difícil entonces enganchar con la venganza de Rita / Nina, sólidamente encarnada por Débora Falabella, a quien ya antes habíamos visto en “El Clon”. Más aún si, como ingrediente extra, teníamos al exquisito Caua Reymond, Jorgito (¡rico!) Y claro, la inefable fórmula del "gran amor de la vida", que se arrastra desde la pubertad e incluso antes. ¡Aww!
Por supuesto, estaba la villana de antología: Carminha. Déspota de catálogo. ¡Natre, pérfida como ella sola! Obviamente manipuladora y muy bruja… ¡Y que para rematarla era la madre del susodicho! Recuerdo que al verla en familia, mi mamá, aún sin entender la historia, señalaba: “Qué mala la chiquilla (por Nina), cómo hace sufrir a esa pobre mujer” (Sí, se sumó en el apogeo de la venganza) y yo le decía: “No, ¡si se lo merece! Es una diabla” , a lo que ella me miraba descreída.
Bueno, el punto es que al final no era tan mala la señora y tenía su corazoncito, tal y como apreciamos ayer. El desenlace que tuvo fue de esos con los que más deliro: cuando el malo se vuelve bueno, lo que nos da cuenta de que todos tienen sentimientos al fin y al cabo (sucedió con Darth Vader) Sí, me encanta esa dualidad entre lo bueno y lo malo; los personajes que se debaten entre seguir sus ambiciones y su propio corazón. Fórmula repetida, pero efectiva. ¡Siempre me emociona! Y bueno, al final la encarnación del mal resultó ser el padre: ¡Santiago!, ese tierno viejecito que no mataba una mosca y se parecía a Gepetto (muy bien nos engañó) Ese giro tampoco es novedad, ¡pero puchas que bien resulta! Termina sorprendiéndonos igual.
Debo reconocer que cuando develaron el misterio de quién mató a Max - el otro villano, partner de Carminha y padre biológico de Jorgito -, además de estar metidísima me dio un poco de risa. ¡Todos querían matar al muy desgraciado!
Bueno, en síntesis, la teleserie estuvo increíble. Y tuvo un digno final. Claro que tengo que hacer algunos reclamos: ¡Todas queríamos ver sufrir a Santiago! ¿Qué pasó con él? ¿Por qué no supimos a qué penas del infierno fue sometido el viejo malo, para saciar nuestra propia sed de venganza? ¿O acaso la protagonista es la única que tiene derecho a anhelarla? ¡Queremos su cabeza! ¿Qué pasó, Canal 13, por qué tanto tijeretazo? Valoramos que traigan estas excelentes producciones cariocas a nuestras pantallas, pero no es la primera vez que somos víctimas de sus cortes locos. Al menos - porfa - si van a hacerlos ¡procuren que éstos sean coherentes y no dejen cabos sueltos! Se los pedimos de todo corazón. Queremos disfrutar de “La Guerrera” - teleserie que promete ser buenísima - sin sufrir su poco criteriosa guillotina. ¡Amárrenla un poquito! ¿Es posible?
Y a ustedes, ¿qué les pareció el final de Nina y Jorgito?