Cuando una está en la universidad, hay momentos en que lo único que quiere es estar titulada, buscar trabajo para tener lucas y gastarlas en lo que se pase por la mente (además de ahorrar una parte para planes futuros). Ahora, ya metida en el mundo laboral, de verdad hay días en los que extraño las clases y aquellos break de risas con mis compañeros. Pero ¡lejos! lo que más echo de menos son esos dos largos y hermosos meses de vacaciones en los que la playa y carretes nocturnos frente al mar eran panorama diario. ¡Y dormir!, dormir infinitamente. Mientras que ahora lo único fresco que hay en mi vida es el aire acondicionado de la oficina y esos ventiladores precarios del metro, además de mi bicicleta ¡no sé qué haría sin ella!
Este verano 2014 ha sido bastante extraño para mí: hace años no me tocaba pasarlo completo en Santiago y soportar ese calor asqueroso de la capital, que en esta época se hace presente más que nunca. Es un poco triste, la verdad, aunque tampoco es que sea un calvario, ya que tengo la oportunidad de ir a la playa los fines de semana, ver a mis amiguitos veraniegos y disfrutar con ellos.
Sin embargo, viéndole el lado bueno a la situación, trabajar es rico: te sientes realizada (cuando haces algo que te gusta) y se te abren puertas. Queramos o no, el mundo se mueve con dinero y éste puede brindarte diversión extra a la que - cuando eras estudiante - no accedías. Si, porque entonces lo que te preocupaba era que las lucas del pase alcanzaran y que los precios de la estantería del casino no fueran tan exageradamente altos. Para qué mencionar la cuota de los carretes...
Si tienen la oportunidad de viajar de vez en cuando los fines de semana, háganlo, váyanse de piquero a cualquier parte. Salgan de Santiago, les aseguro que la vuelta a la realidad del lunes, será más feliz. Y recuerden, ¡el próximo año les toca a ustedes y quizás muchos de los que salieron ahora (y les sacan pica) se quedarán aquí!
Y tú, ¿estás pasando por lo mismo? ¡Cuéntanos tu experiencia!