Yo debería haber sido abogada: ¡no hay batalla que no pierda! (en realidad muchas, pero tiendo a pensar que no). Donde hay una causa perdida ahí estoy protestando, contra la corriente.
“La defensora de los pobres” me decían mis profesores en el colegio. Si soy la típica pulga en el oído, esa voz molestosa que no se queda callada hasta que le dan la razón. ¡Noooo! si a mí no hay argumento - por más ridículo que sea -, que no se me ocurra para defender lo que me parece justo.
Es que soy “llevada a mi idea”, como diría mi madre. Si me convence tu lucha - y ¡ojo!, todos están en tu contra (porque de lo contrario no tiene gracia) - en mi encontrarás ese respaldo que necesitas para convencer a los demás.
Me he enfrascado en largas conversaciones innecesarias por temas que no llevan a ningún lado, he discutido horas con mis compañeros de universidad para decidir si esa coma debe ir o no en ese lugar... y lo peor es que todos me siguen la corriente: se concentran en darme argumentos para hacerme desistir de esa idea, pero yo, estoica y firme a mi convicción, sigo buscando la manera de que se haga como yo lo digo.
Soy tan testaruda… ¡si lo peor es que me doy cuenta! El problema es que los demás caen en mi juego y como tengo un detector de debilidad no puedo parar hasta que consigo convencer al resto. Y no me importa si es por cansancio o porque de verdad me creyeron, la cosa es ganar la batalla…
Pero lo más loco de eso es que cuando logro mi cometido y todos están de acuerdo conmigo, les digo como para caer en gracia: “Bueno… pero si quieren no ponemos la coma ahí, total el énfasis se nota igual” Jajajaja, ahí es cuando todos me miran como diciendo: “No te deseo mal pero ojalá que cuando salgas de aquí ¡te esté esperando Jack el destripador en la puerta!”
No sé si lo hago por diversión o para probar qué tan convincente puedo ser. Tal vez sólo se trata de demostrar que mi opinión es la que vale... No, yo creo que me gusta pelear y nada más… de todas maneras estoy segura de que esto es tema de consulta médica.
Pero como dicen por ahí: “Para bailar hacen falta dos”, así que mientras existan personas que osen contradecir mi punto de vista o el de alguien a quien yo le crea y me parezca que tiene la razón - aunque nadie lo apoye -, deben saber que conmigo se van a pérdida, muchachos. Así que mejor - por sanidad mental - no me lleven la contra, si a mí más que entenderme tienen que quererme no más.