¿Se han detenido a observar la publicidad de algunos productos, como cervezas o desodorantes masculinos? Si existe un común denominador en estos spots, es la “cosificación” de la mujer. En ellos, las féminas somos presentadas como hembras en celo, con sexies hot pants o faldas cortísimas, esperando a que “salte la liebre” y un hombre - cualquiera que sea - nos regale unos instantes de pasión. ¡Puaj!
Es lamentable que un porcentaje del sexo opuesto se refiera a nosotras describiéndonos como si se tratara de la tasación comercial de un artículo o un pedazo de carne para el asado de este domingo. Nosotras mismas - quizás inconscientemente - nos vemos contagiadas con el afán de lucir perfectas y “siempre listas”, preocupándonos más de aspectos mundanos (como el estar correctamente depiladas o tomarnos “selfies” sensuales, usar perfumes seductores, vestir prendas llamativas y un largo etcétera) que de destinar tiempo en conocernos internamente ¡y ver lo mucho que podemos entregar, más allá de nuestra belleza física o proyectar una imagen deseable! Es que muchas veces asignamos mayor valor a lo superficial que a lo medular. No todas, claro. Siempre hay sabias excepciones.
Y así como entre nosotras hay de todo -algunas contagiadas con el fanatismo a lo exuberante y otras que simplemente, cultivan el alma -, entre los hombres también hay quienes saben apreciar lo interno. ¡Y créanme, son mayoría! Porque todos - en alguna etapa de la vida - no buscan sólo una experiencia “candente”, sino una verdadera compañía. Más del placer físico que ambos podamos experimentar, está el que brinda una buena conversación; el sentir cariño y admiración por la otra persona, lo que nos llevan a anhelar seguir caminando junto a ella. Y es la capacidad que tenemos las mujeres de escuchar; aconsejar sin invadir, equivocarnos sin miedo, reirnos de nuestros errores, expresar sentimientos y entregar ternura, ¡la que definitivamente logra eso que termina por derretirlos!
Simplemente, queridas amigas, debemos ser nosotras. Al natural. Sin poses ni aditivos. Porque detrás de la capa de sensual maquillaje, del labial “rojo pasión”, el revelador escote, la mini o los hot-pants-ultra-hot, las curvas, el taco aguja o el mismo momento de “acción”, está nuestra esencia. Esas cualidades positivas que nos hacen únicas. Destinemos más tiempo a conocerlas y resaltarlas, ya que es en ellas donde radica la verdadera belleza. Esa que prevalece y encanta.