¿Habrá algo más enrevesado que las relaciones humanas? Cada uno de nosotros es - en sí - un ser absolutamente complejo. ¡Imagina entonces hasta qué potencia se eleva la dificultad en la interacción!
Pero ¡lejos! lo más duro de todo es lidiar con las expectativas. Las propias y también las de otros. Cada uno espera encontrar en sus afectos apoyo y comprensión; que satisfagan la necesidad de compañía, cuidado y colaboración. Creamos en nuestras mentes un personal concepto de lo que está “bien” o es deseable para todos y trazamos el camino a seguir para alcanzar esa quimera de armonía. Pero esa percepción nuestra no siempre coincide con la de ellos. Al contrario, puede ser diametralmente opuesta.
Para aterrizar lo anterior, algunos ejemplos: resulta que una mañana te sientes pésimo porque la micro jamás pasó y llegaste tarde a la oficina. Tomaste un taxi, gastaste lo previsto para tu colación y estás con un genio de los mil rayos. (Bad Day mode: on) Necesitas de tu pareja (o de una amiga) un apapacho, una caricia verbal que mejore tu ánimo. Pero no. Resulta que l@ llamas para tales efectos justo en momentos en que se encuentra en una importante reunión de trabajo. ¿Resultado? Te frustras y sientes que no te entiende, ni le importas. La sensación de soledad te agobia, tu genio empeora y crees que el mundo - en general - debiera irse a los tiernos brazos de su madre (por decirlo suave). ¿Historia conocida?
Al revés, puede pasar que un día te sientas extraordinaria porque en tu trabajo te dieron el ascenso que siempre quisiste y que implica un traslado a otra ciudad ¡Wow!. Pese a tu alegría, justo en los instantes en que le das la buena nueva a tu pareja, ésta reacciona pésimo ya que no consideraste su opinión, su trabajo y el departamento que acaban de arrendar. ¿Resultado? Nuevamente te sientes incomprendida; a lo cual sumas tu infinito desprecio hacia el egoísmo con que ve sólo su perspectiva. Claro, tendrá que dejar un trabajo en el que está a gusto y el lugar que tanto les costó conseguir. ¿Y qué? Esta vez piensas que el mundo no sólo debe irse a los cariñosos brazos de su madre, sino también a los de su hermana.
Pero bueno, ¿qué solución damos a esto? He allí la complejidad de las relaciones humanas. Porque la respuesta parece simple: alguien tiene que ceder. Pero, ¿quién? Ok, supongamos que él es quien cede. ¿Se sentirá bien con eso? ¿Será feliz? La verdad es que no. Entonces lo harás tú. Perfecto. Pero, ¿realmente estás segura de que la frustración no te quemará por dentro hasta que explotes?
Por eso las relaciones humanas son conflictivas. Porque siempre las vemos desde nuestra perspectiva. Y en esa vereda, consideramos nuestra idea de felicidad o bienestar, pero no la de los demás. No te sientas mal: nos pasa a todos. Tenemos nuestra mirada de lo que es bueno o deseable, la cual no necesariamente se ajusta a la del otro. ¡Y de ahí no hay quién nos saque! Es la raíz de muchas discusiones, peleas y separaciones. Porque no sólo nos quedamos de punto fijo en esa idea: también pretendemos imponerla a quienes amamos. Ciframos en ellos nuestras expectativas conforme a nuestra particular concepción de mundo.
Pero, ¿realmente ceder será la solución? Quizás no. Suena bonito y simple; sin embargo, no lo es. Requiere convicción. Porque, ¿qué pasa cuando ceder significa traicionarte a ti mismo? La burbuja tarde o temprano explotará, con resultados devastadores. No hay cosa peor que fallarle a alguien con quien convives los 7 días de la semana, las 24 horas del día: tú. Siempre - y sin descanso - te lo estarás recriminando. ¿Entonces, qué? Podríamos probar - sólo intentar - amar a nuestros cercanos así, tal y como son. No trayéndolos a nuestro camino ni trasladándonos hacia el de ellos si no es lo que en verdad queremos. Aceptar que somos diferentes; que tenemos metas e intereses distintos. Visiones parecidas, quizás, aunque NO iguales. Y que juntos podemos transitar un camino paralelo, pero siempre respetando el espacio y los sueños individuales. Amar lo que son, no lo que queremos que sean o hagan. Es una simple idea. Tampoco es fácil, pero tal vez sea el camino más adecuado. ¿No lo creen?