La confianza que poseemos es siempre fomentada por el entorno más cercano. Tener amigos o familares que nos apoyan y creen en nosotros es una razón potente para sentirnos seguros de la vida que llevamos. No obstante, cuando nos vemos traicionados por alguien a quien queremos es difícil entender la situación y aún más, poder sobrellevarla.
Por eso, es muy triste saber que una amiga habló mal de nosotros. Cuando esto me sucedió, la reacción casi inmediata fue cuestionarme, ¿qué hice mal?, ¿tendrá razón en lo que dice?. Creo que la inseguridad es una característica inherente al género femenino. Es difícil sentirnos lindas todo el tiempo o pensar que hacemos un buen trabajo. Vivimos cuestionándonos constantemente, por ello cuando nos enteramos de alguna crítica a nuestras espaldas es inevitable preguntarnos si la culpa fue nuestra.
Sin embargo, después de la duda viene la rabia. En mi caso, no podía pasarme la vida adivinando por qué alguien que quería hablaba mal de mí, si lo más lógico era decirme las cosas de frente. En ese momento los papeles se invirtieron y comprendí que la insegura era aquella amiga, pues decía chismes para poder validarse y sentirse mejor consigo misma. Porque claramente, si te sientes feliz con la vida que tienes, no ocupas tu tiempo en criticar al resto.
Entonces, ¿qué se hace en esos casos?. Bueno, lo más lógico es conversar con esa persona y aclarar las razones de sus dichos, pues aquel comentario fue molesto y nos dolió. En mi experiencia, todo se resumía en envidia. No todos vivimos las etapas de la vida en el mismo momento. Por ejemplo: la casa nueva, el matrimonio, los hijos. Pero cuando eso pasa, una buena amiga te acompaña y está feliz por ti. Aunque para mí no fue así, no tuve a esa amiga que me ayudó a planear la boda. La verdad, ella moría de envidia y apenas le podía tocar el tema. Y bueno, supongo que eso la impulsó a hacer un comentario negativo acerca de mí.
¿Qué hice?, la enfrenté, pero ella jamás asumió que cometió un error. Triste, realmente, porque con el tiempo preferí alejarme. No podía estar cerca de alguien que no se alegraba por mí y al contrario, estaba siempre con mala actitud. Tal vez fue una decisión drástica, pero creo que hay personas que en vez de ser un aporte positivo, te restan energía y te hacen sentir insegura. Por eso, cuando noté que ella era un constante problema, elegí distanciarme y seguir rodeada de quienes de verdad me querían y me apoyaban. A fin de cuentas, la vida es muy corta para estar preocupada de alguien con malas intenciones y que muestra sin disimulo toda su envidia.