En mi corazón, la narrativa tiene un lugar especial. Es un sitio de privilegio, ya que un enorme porcentaje de las cosas buenas que me han ocurrido (así como la mayoría de las personas que son y me han sido significativas) llegaron a mi vida gracias a ella.
Comencé a escribir a los ocho años, cuando mi colegio impulsó su tradicional concurso literario. Uno de esos días, la actividad en lenguaje (entonces llamado “castellano”) consistió en preparar un poema para participar del certamen. Cuando lo hice, fue como una revelación: encontré en ese preciso momento, mi “leitmotiv”. Sentí que nací para eso.
De ahí en más, el resto de mi niñez y adolescencia la pasé escribiendo. Inicialmente, sólo poesías, para continuar con cuentos o ensayos, hasta llegar a comentarios y columnas con el paso del tiempo. Al principio, mis historias eran una ensalada de personajes y situaciones, hasta que la misma práctica (los estudios y un sinfín de talleres) me permitieron ir puliendo este arte, que para mí es aún más que eso: un modo de expresión y mi forma de vida.
Creo que la escritura no es una pequeña, sino una gran cosa increíble y genial. Es una fotografía del alma, que nos muestra no el momento físico (aunque también puede, si haces una descripción detallada de lo que ves), sino el instante espiritual en que te encuentras. Si guardas todos tus escritos y los relees tras varios años, verás una radiografía de tu esencia de entonces: sabrás lo que pensabas o sentías; cuáles eran tus sueños y evaluar si los has logrado o modificaste tu pensamiento. Sabrás de qué modo has evolucionado. Es un verdadero viaje en el tiempo, sublime y mágico.
Además, escribir nos permite conocernos, al conectar con nuestras emociones, las cuales no siempre nos son del todo claras. Yo, por ejemplo, pasé hace algunos meses por una crisis en cuanto a objetivos y el hecho de registrar - con ayuda de las letras - todo cuanto estaba experimentando me permitió recuperar prontamente mi centro. ¡Así es, me ahorró meses de terapia y fue enriquecedor!
Por todo lo anterior y porque así es como proyecto mi camino, la narración no es sólo increíble, sino un milagro ¡Simplemente maravillosa!
Y - si tú también deliras con ella - , te invitamos a compartir tus escritos en Fucsia. Si se ajustan a la línea editorial del blog, serán publicadas con tu nombre en estas páginas. ¡Anímate! Amaríamos conocer tus historias.