Hace unos cinco meses recibí la noticia - a modo de dato curioso - del deceso de “alguien” (un conocido en común) que no significaba nada para quien me contaba, pero para mí significó hace mucho algo importante.
No lo veía hace 5 años; lo conocí en el liceo y entonces pensé que lo amaba, pero luego de aclarar el tema y que ambos llegáramos al acuerdo de ser buenos amigos, logramos trabajar juntos, vernos y llamarnos, formando una relación muy amena pero que - producto de la vida - fue distanciándose, hasta ya no hablarnos con frecuencia, pero sí a veces.
Yo sabía que en su familia había antecedentes de cáncer y eso fue lo que en cosa de meses le quitó la vida. El afecto no era como el de antes, y - aunque lo lamenté unos momentos - sólo pedí a Dios que diera consuelo a su nueva pareja y a su hija, a quienes no conocía. Si algo nos unió en el tiempo que estuvimos juntos, eran los sueños (estando dormidos). De alguna forma divina, éstos me mostraban que ocurría con él. Yo soñaba algo y a poco andar, él lo vivía.
Este último tiempo he tenido tres sueños en que él aparece. El primero de ellos me mostraba a una mujer y una bebé, su nueva familia. Él me miraba y me entregaba un naipe, luego cerraba la puerta y su familia lloraba. Los dos siguientes han sido similares: me busca, me entrega algún elemento y se va. Le veo vivo, tranquilo, de risa juguetona y luego nos deja.
¿Es posible que todavía estemos enlazados ahora que está muerto? Sé que los muertos no vuelven, sólo sus recuerdos quedan. Aunque tengo esta conexión con personas vivas, ni con mis seres más queridos que han fallecido las he tenido luego de muertos. Seguramente la familia que veo en esas imágenes oníricas no sabe de mí. Mi marido me pide olvidar el tema, pero algo me dice que no, que hay algo más detrás de estos sueños…
¿Alguna experiencia similar?
Foto CC vía Flickr (Alice Popkorn)