Siempre me vi como una persona considerada, de aquellas que piensan más en quienes le rodean que en sí mismas. Sin embargo, después de una conversación "iluminadora" entré en una profunda introspección y descubrí que en realidad no soy tan buena como yo creía, porque si bien me preocupo mucho de mis seres queridos, el resto de las personas no me importan tanto y no soy empática con sus dificultades. En realidad, soy una persona bien egoísta.
Por ejemplo, no me motivan las acciones sociales. No me entusiasma participar en actividades donde se ayude al prójimo. La verdad es que no me conmuevo fácilmente. Pienso que son buenas iniciativas, pero no siento la necesidad de ir a apoyar. Eso sí, soy muy apegada a los animales; no contaré detalles, pero trato de estar siempre presente (para que no crean que soy una persona tan mala).
Intento consentir al resto, pero soy tan mimada que con el tiempo me he acostumbrado a las atenciones. En este sentido, creo que la comida es mi debilidad. Comparto, pero sólo hasta el punto en que algo me gusta demasiado. Es decir, si me colocan al frente cualquier producto con chocolate, me vuelvo loca. Mi marido sabe que en este caso soy muy egoísta, ¡por eso no me pide ni un sólo bocado!. Ya sean barras, helados o pasteles, cuando se trata de chocolate, no transo.
Otra cosa que no comparto son las cremas. Adoro tener una loción para cada necesidad: pelo, cuerpo, pies, manos, rostro y líneas de expresión. Disfruto mucho la rutina de aplicar cada una, por eso creo que me cuesta tanto cederlas. Además, pienso que son productos absolutamente personales. Las cremas tienen características específicas dirigidas a cierto tipo de piel o cabello. A su vez, poseen aromas muy particulares que reflejan la personalidad y los gustos de quien las escoge, por ello es absurdo que alguien más las ocupe.
Finalmente, creo que soy una persona egoísta porque no he querido tener hijos. Me gusta el tiempo para mí, gozo mucho el silencio. Me fascina estar sola en mi casa para poder cocinar, leer, ver televisión, hojear revistas de moda, tejer, ¡en fin!, me encanta la soledad. De igual manera, me gusta compartir estos espacios con mi marido. Los dos solos con un abanico de opciones para disfrutar la vida: planear unas entretenidas vacaciones, salir de compras, ir a un rico restorán, llevar el perro a la playa...sí, confieso que soy egoísta, porque aún prefiero todas estas cosas en vez de de tener un hijo.
Y tú, ¿te consideras una persona egoísta?.