Debo confesar que tras la arremetida de espécimenes tan diversos en cuanto a moda masculina (como los pokemones/pantalón a medio trasero, extraños cortes pelo estilo tiburón/crestas de gallo y etcéteras), sigo fiel a mi gusto por los hombres “a la antigua”. Sí, aquellos “gentlemen” estilo cincuenteros, bien varoniles, que exudan sensualidad y conservan la elegancia ¡Me matan!
Tuve la suerte de encontrar a un hombre “de aquellos”, justo como a mí me gustan: de esos que con su sola e imponente presencia llenan los espacios, al más puro estilo del cine de mediados del pasado siglo. Díganme lo que quieran, pero considero que algo de ese encanto se ha perdido. Quitándole a ese viejo estereotipo lo machista y autoritario, adaptándolo a nuestro tiempo, en el rol de “amigo y confidente” ¡díganme si esos hombres elegantes y distinguidos no eran fantásticos!
A veces pienso que no podría haber nacido en épocas posteriores a las que me tocó vivir, porque me hubiese costado poner mis ojos en un emo/pikachú o tribu urbana moderna. Soy más bien chapada a la antigua para mis cosas. Ya sé que lo importante no es cómo se vista o qué tal luzca, sino lo de adentro. Pero, ¡no nos veamos la suerte entre gitanos! Si todo entra por la vista. Aparte, ni siquiera es cosa de andar bien terneado o con mocasín: el tema es la actitud.
No digo que el estilo “gentlemen” sea para mí excluyente. También considero atractivos a rockeros, casuales y otros varios. Pero el tipo de hombre así, imponente - estilo Ryan Gosling en "The Notebook" - como que ¡me trastorna!
Y ustedes, ¿comparten esta obsesión mía?
Foto CC vía Flickr (Melfoody)