Es una de las situaciones más desagradables que a muchas nos ha tocado vivir: las llamadas "espinillas gigantes", que aparecen en el momento menos indicado.
Resulta normal que nos salga un granito de vez en cuando. Claro, somos mujeres y debido a múltiples factores siempre nos aparece una al menos una vez; son pocas las afortunadas a quienes nunca les salen. Pero, ¿qué pasa si tenemos algo importante?, no hay mucho que hacer más que aceptar que llegó para acompañarnos un par de días, porque ¡no se va de un momento a otro! Y qué decir cuando no es cualquiera, sino la famosa e indeseable "espinilla ciega", que - aunque hagamos lo que sea - está ahí para estropear ese momento importante.
Sabemos que no es grave, pero qué desagradable e incómodo nos resulta mirarnos al espejo y ver que está, aunque tratemos de maquillarla no la podemos borrar y lo peor es que no se va con nada, ¡realmente terrible!.
En mi caso lo peor fue cuando me salió una el día antes de ir a una entrevista de trabajo muy importante, por dentro pensé "¡no!, ¿cómo voy a ir así?, ¿por qué me pasa esto?, ¡qué vergüenza!" y traté de todas las formas posibles de correr la entrevista para otro día. Como todas sabemos, eso es imposible, porque ya estaba todo coordinado y no había nada más que hacer. Entonces, sólo me quedó ir digna a la reunión que tanto evité con el "posible jefe". Durante esos minutos eternos di lo mejor de mí y con una pequeña sonrisa intenté desviar las miradas que iban directo a la espinilla. Lo mejor de todo es que me dieron el puesto de trabajo y este molesto "detalle" resultó ser menos importante de lo que pensaba.
En estos casos lo mejor es intentar olvidar que la tenemos - a pesar de que es difícil - y continuar con nuestra rutina: ir a la reunión que tienes en la oficina, a la junta con tus amigos o a la presentación en sociedad que hará tu pololo como si nada pasara. Recuerda la típica frase: “siempre dignas”, que en esta situación, se hace más importante que nunca.
Foto CC vía yopuz