Sin ánimo de ser orgullosa, puedo decir que después de leer tantos libros hay cosas que a uno lo dejan de sorprender. Es inevitable hacer recuerdos de otras lecturas o te vienen a la mente párrafos que de alguna manera están ligados con el texto que devoras actualmente. Por lo mismo es tan admirable encontrar un libro que no sea como otros. Y "La gente feliz lee y toma café" cumple con eso.
Su protagonista, Diane, es una mujer de carácter fuerte, pero con un espíritu quebrado por la muerte de su hija y su esposo. Como es de imaginar, entra en una depresión muy fuerte durante un año. Su familia y su mejor amigo están preocupados y deciden forzarla a reaccionar de alguna manera, creando panoramas y palabras chocantes que le hagan remecer. Este será el principio de su cambio de actitud y lo que en inicio fue sólo la búsqueda de un escape a recibir ayuda, se vuelve su mejor cura.
Así, la protagonista se interna en una aventura que si bien pudo ser su tumba, termina por ser la ventana a nuevos deseos, desafíos y razones para seguir.
Lejos de ser un libro lleno de lugares históricos, fechas o grandes frases, la simpleza y verdad de su relato le da un valor extra. Es ruda, divertida, empática y sobre todo corta. Se hace cortísima. No esperes algo de otro mundo, déjate llevar con la lectura y se volverá más una conversación que un libro.
Algunos han hecho hincapié en que carece de epilogo. En casos como el de este libro, me parece aceptable que no lo tenga. Si bien la historia se da tal cual, la apreciación y dirección del texto la dará el lector.
Ahora, si somos sinceros, el libro ha causado gran revuelta entre los críticos sin ser una obra de arte. El problema en sí, en este caso, es de quien lo lea. Puede gustarte o no. Yo lo recomendaría para adultos —o jóvenes con familia—, ya que será complejo ponerse en los zapatos de Diane si aún deliran con vampiros, lobos y zombies. No porque no lo entiendan, sino, porque la vida no siempre tiene final feliz, y a veces nuestras propias historias de vida no tienen final. En ocasiones son siempre comienzos.
En la lectura encontrarás momentos geniales, en los que reirás y pensarás: —yo habría dicho algo como eso—, y habrá otros en que la rabia te hará solidarizar con ella o querer decirle algunas verdades, pero si hay algo que me agradó del libro, es cómo se sumerge en la complejidad de un personaje depresivo, sin genuinas ganas de ser feliz. Para los que hemos tenido esos procesos - la falta de ánimo, no ver salida o simplemente no sentirse capaz de encontrar alguna opción para seguir - , el relato es algo normal en este tipo de cuadro, pero Diane no sólo no encuentra como ayudarse: ella no quiere ayuda. ¿Por qué querer sentirse triste todo el tiempo? La verdad es que un café y un libro no harán que nuestra vida se vuelva feliz, pero nos ayudarán en el intento.
Y tú, ¿te animas a acompañar el viaje de Diane?
Foto CC vía Carol Browne