Después de tanto tiempo, por fin conseguí una entrevista de trabajo. ¡Estaba tan ilusionada! Comencé todos los preparativos para verme espléndida: planché mi ropa, dejé brillantes mis zapatos y me alisé el pelo perfectamente. Hasta ahí, todo iba increíble. Ordené mi cartera con lo necesario. Ya me sentí lista y dispuesta. El problema vino cuando fui a lavar mis manos y me di cuenta de que mis uñas ¡estaban todas saltadas!
No se imaginan lo horrible que fue, justo cuando pensé que estaba todo bien, noté lo horrible que se veían mis uñas con el color disparejo. Corrí a buscar el quitaesmalte, y adivinen qué … ¡no me quedaba! Ahí fue cuando me desesperé. Tuve que salir a comprar a un negocio y volver a casa, para retirarme toda la pintura que quedaba. En definitiva, terminé atrasándose. Menos mal que salí con tiempo y en la entrevista me fue muy bien. Aunque de que me hizo correr el bendito quitaesmalte, me hizo correr.
Queridas lectoras, me imagino que a todas les ha pasado alguna vez. Ese pequeño infarto de darse cuenta de que no les pueden ver las uñas feas y mal pintadas. El problema es cuando usamos colores fuertes, en que se nota mucho la pérdida de consistencia. Además, es peor porque todo lo hacemos con las manos: nos bañamos, nos pintamos, nos vestimos, nos maquillamos, nos peinamos. Mantener las uñas intactas por mucho tiempo es una tarea casi imposible.
En resumen, es un llamado a no olvidarnos de los pequeños grandes detalles para vernos perfectas al momento de salir. Porque, así como tu rostro dice mucho de ti, tus uñas hablan de lo bien que cuidas todos los aspectos de tu belleza. Así es que amigas, no se les ocurra soslayar lo que yo casi olvidé: las uñas.
Imagen CC Luc Viatour