Me cuesta imaginarme en una situación así: a mi mejor amiga la conozco hace 20 años y lleva ocho con su pololo. ¿Se imaginan el tormento? No sé ustedes pero yo no me creo capaz de destrozar una relación metiéndome en medio y mucho menos causarle dolor a una de las personas que más me ha apoyado en la vida. Y aunque no fuera tan amiga, tampoco me veo en el caso de fijarme en el mino/pinche/andante de una persona cercana. Pero como la vida no es ideal, estas cosas pueden pasar. Después de todo, por más que uno tenga buenas intenciones, el corazón se manda solo y la realidad a veces puede superar lo que crees en tu imaginación.
Una vez fui la “mediadora” de una situación así. Fue horrible: ella (pololeando) se había “enamorado” de uno del grupo. Fue todo muy incómodo: estaba en medio de un conflicto adolescente, en el cual eran protagonistas dos personas que significaban mucho para mí. Por el otro lado estba el novio, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando y también era cercano, no tanto como los otros dos, pero sí era alguien que se merecía todo mi respeto. Él es una persona muy correcta en todo sentido de la vida, por ende lo que sucedía me complicaba aún más… Igual a mí no me correspondía ser la responsable de que el secreto tocara el aire, sin embargo, esto me hizo darme cuenta de que mi lealtad no tiene precio. Si a mi amiga le hubiese pasado algo así, jamás hubiese dudado en revelar la verdad.
Un día, la chica no aguantó más y le confesó su “amor” a esta persona. El actual pololo nunca lo supo, pero creo que más que no saberlo, nunca quiso hacer que las cosas explotaran.
No sé qué piensen ustedes pero al menos yo, me mantengo alerta, no pienso hacer cosas que no me gustaría que me hicieran a mí.
¿Y tú, tienes alguna historia para compartir?
Imagen CC Camdiluv