Si hablamos de momias, seguro la primera imagen que cruza por tu mente es la de un ser espeluznante que tras sus vendajes oculta una apariencia terrorífica, con piel seca y añosa ajustada a su esqueleto. Algo parecido a una muñeca de semillas, con las cuencas de sus ojos sobresaliendo y un vago aspecto humanoide que muy poco nos ayuda a imaginar la persona que fue algún día, hace mucho tiempo.
Sin embargo, no todas las “momias” lucen de la forma antes descrita. No. Porque “la Bella Durmiente”, chicas, sí existe. Y es justamente una de ellas. Se trata de Rosalía Lombardo, una niña siciliana de 2 años que falleció en 1920, época en que la temible gripe española hacía de las suyas. Si bien no se tienen datos certeros sobre su familia y la corta vida que pudo disfrutar, se dice que su padre, desconsolado ante el deceso, recurrió al químico Alberto Salafia para que la disecara, manteniéndola así en una apariencia de sueño eterno. El científico embalsamó el cadáver con una innovadora y duradera técnica, que mantiene la angelical belleza de la pequeña aún en nuestros días.
La fórmula empleada por Salafia consistía en formol diluido en agua, el cual impedía la proliferación de bacterias post-mortem en el cuerpo de Rosalía. También incluía alcohol, sales de zinc, ácido salicílico - que evitaba la formación de hongos sobre los tejidos - y glicerina, para que la piel no se resecara en exceso. Fue el alcohol en conjunto con el clima seco de las catacumbas a las que fue trasladado el féretro lo que permitió que el cadáver se momificara, de manera tan perfecta que la niña pareciera sólo estar dormida. Se dice que además el químico aplicó sobre su rostro una solución de parafina disuelta en éter, lo que ha favorecido su perfecta conservación a casi un siglo de su fallecimiento.
Tan real es la apariencia de la pequeña que algunos incluso llegaron a dudar de su autenticidad, practicando exámenes al cadáver dentro del féretro de modo de comprobar que no se tratara de una muñeca. Los estudios incluyeron un escáner de avanzada tecnología, que no sólo demostró que efectivamente esta momia es genuina, sino que también sus órganos están muy bien conservados, presentando apenas un mínimo e insignificante grado de deterioro.
Lo más impresionante de esta historia es que la pequeña Rosalía abre y cierra los ojos varias veces durante el día, lo que ha sido captado por las cámaras de los maravillados turistas que visitan Sicilia y - como destino imperdible - pasan a contemplarla. Tal fenómeno tendría respuesta no en sucesos paranormales, sino químicos, tales como variaciones en cuanto a luz y calor.
Después del salto, un video para que profundicen en la fantástica historia de esta niñita, en quien el tiempo asombrosamente parece haberse detenido.
Imagen CC Sibeaster