En uno de mis diversos trabajos, me tocó hacerme cargo de un niño al cual debía llevar a entrenamiento de fútbol tres veces por semana. "¡Una verdadera lata!", dije al principio, ya que no soy amante de este deporte precisamente.
Sin embargo, la experiencia con este pequeño cambió mi percepción. Todo se fue tornando muy entretenido: viví cosas nuevas junto a él, que me introdujeron al "mundo de la pelota”. Verlo entrenar con tanta pasión, corriendo tras el balón como si fuera el último día de su vida y esa euforia enorme con la que quedaba luego de cada partido era muy alentador. ¡Me contagiaba!
Fue en ese momento cuando me di cuenta que estaba frente a un ¡pequeño amante del fútbol!
Y claro, su familia tiene una gran historia. Él me contó que su abuelo practicaba este deporte desde la niñez. ¡De ahí viene su gran pasión, la lleva en la sangre! Y actualmente su papá también pertenece a un grupo futbolero, con el cual va todos los fines de semana a jugar a un recinto. Por supuesto que lleva a su hijo, dispuesto a enseñarle cada día cosas nuevas.
La mamá es otra fanática: se queda ultra pegada con cada partido que hay. ¡Ya me imagino esos gritos con todos frente a la tele, en especial ahora con la locura de Brasil 2014! ¡La familia entera está en Modo Mundial!
Definitivamente, ahora me doy cuenta de que hay algunos niños que en vez de alucinar con un peluche o un animalito, se encantan con la pelota. Pero, ¿qué mejor? Total, lo disfruta al máximo y es el pequeño más feliz del mundo gracias a su pasión.
Y ustedes, ¿qué opinan de estos niños?
Imagen CC Gennaro Pascale