El galán noventero por excelencia, Johnny "Mijito Rico" Depp, ha sabido ganarse el amor de toda una generación. Cuando lo vimos aparecer como Edward Scissorhands, junto a una jovencísima Winona Ryder, alucinamos por él, este héroe gótico y sufrido al que todas quisimos consolar aún con sus peligrosas manos.
Pese a haber actuado en otras películas antes, fue gracias a Tim Burton que este guapetón gringo nacido en Kentucky en 1963, saltó a la fama. Johnny ha filmado más de siete veces con el talentoso realizador, contándose "Sweeney Todd", "Charlie y la Fábrica de Chocolates", "Sombras Tenebrosas" y "La Leyenda del Jinete sin Cabeza", entre las más recordadas.
Depp, quien además tiene su propia estrella en el paseo de la fama, ha sabido cautivar nuestro corazón (y otras zonas, cof, cof) gracias a su mirada misteriosa y ese aire intelectual que pocos cultivan realmente en Hollywood. ¿Cómo no amarle? si más encima es músico, pintor y productor, o sea, ¡las tiene todas!
Personalmente, mis primeras fantasías infantiles fueron con su papel en Don Juan DeMarco, donde compartía escenario con nada más ni nada menos que el gran Marlon Brando. La mezcla de antifaces, piel y la estética retro fueron demasiado para mis tiernos 6 años y andaba por mi pieza confeccionándome máscaras de cartón.
Quiero aclarar que cuando al inicio de este post me refiero a galán noventero, quiero hacer una apología a la época. No sé si a ustedes les pasó, pero al menos en mi opinión, la mayoría de las grandes películas de esos años trataban sobre hombres oscuros o misteriosos, que en el fondo necesitaban de nuestro amor. Y ahí Depp fue el ícono indiscutido. ¿Habremos repetido el patrón de conducta y por eso ahora nos enganchamos de bad boys?
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