Cuando tengo que definir qué tipo de personalidad tengo, es súper difícil. Las personas que me conocen pueden decir sin mucho pensar que puedo socializar sin problemas. Soy la primera en romper en el hielo en una conversación, y soy de las que salvan los silencios incómodos. Pero también soy dueña de una contradicción curiosa, ya que odio socializar. No me pregunten por qué, pero eso de andar haciendo amigos nuevos por la vida es algo que me carga contundentemente.
¿Ir a una reunión de gente anónima?, paso. Prefiero quedarme con los amigos de siempre - viendo alguna película o tomando un vino -, antes que salir en busca de nuevas amistades. Tengo la curiosa teoría de que las personas aparecen en la vida en los momentos justos, y aunque sea tan cerrada como para no ir en busca de gente, por una u otra razón he recolectado hermanos en el camino. Cuando la situación lo amerita, saco mi lado extrovertido, ya que si te conozco y me caes bien, la buena onda fluye y no hay que andar haciendo ademanes para sostener una conversación.
Creo que me gustan las relaciones reales, sin mucho maquillaje y que se den porque así lo quiso el destino. Las cosas en común que puedes encontrar con gente nueva son lo que puede generar un vínculo. No me gusta forzar las amistades y es por eso que me cuesta salir al mundo con ese objetivo.
Por otro lado considero de mi parte muy mala onda no creer que, si me propongo conocer gente nueva, eso puede ser saludable para mi vida social. ¿Ustedes qué opinan?
Lo importante es que mis verdaderas amigas aceptan mi rareza, y no insisten si prefiero quedarme en solitario. Saben que no me dan ganas de salir a la vida nocturna a hacer sociales. También están ciertas de que estoy medio loca y aunque me encante estar rodeada de gente todo el tiempo, si no estoy de humor mejor que me dejen tranquila hasta que mi lado amable vuelva a aflorar.
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