por Carla Andrea Pérez Twitter: @LaPerraQuiltra / La Perra Quiltra
Todos somos algo complicados: tenemos nuestros "peros" y una que otra tranca en la vida - algo no tan difícil de entender -, pero si hay una clase de hombres que simplemente es imposible de llevar, es esa por el cuál nos hemos cuestionado en más de una ocasión qué es lo que quieren. Sí, porque al final no sabemos si estamos saliendo con un pendejo o un bipolar.
El tipo nos encanta porque es impredecible, pero - como dice el gran poeta Ricardo Arjona -, eso mismo que nos gustó de ellos es lo que luego nos provoca llanto. En un principio lo tomamos como un verdadero desafío, pero la verdad es que cuando creemos que estamos "ready" todo se chinga de una y sin saber el por qué.
Estos especímenes nos llaman e invitan a cenar, nos dicen que les gustamos, son coquetos, entretenidos y siempre tienen tema para hablar. En más de alguna de estas "citas" lo que menos buscan es sexo, lo que en un comienzo los convierte en el mino ideal. Eso sí, hasta que empiezan a comportarse de acuerdo al ciclo lunar. De pronto dejan de llamarnos, desaparecen del mapa y si los buscamos nunca tienen tiempo.
Pasan semanas en que no hay noticias de ellos, hasta que los perlas vuelven, nos dicen que nos extrañan, que la cagaron, que estaban confundidos, que les gustamos, que somos minas únicas y bla bla bla. Escuchamos sus dramas, conversamos, vamos a bailar, hay sexo (del bueno, de ese bien rico), nos quedamos en su departamento y dormimos cucharita. Al otro día vuelven a desaparecer.
Nuevamente ocurre lo mismo: no sabemos de su paradero y ni sus Facebook saben en qué están pensando. Pasan semanas y vuelven convencidos de que nos quieren, que les gusta estar con nosotras y adivinen; las pajaronas volvemos a caer. Al rato ya no somos las mujeres que necesitan, estamos cambiadas y los peros aparecen otra vez, entonces, es ahí cuando comienzan nuestros cuestionamientos de que si necesitan ayuda de una parvularia - porque son unos pendejos - o asistencia psicólógica por su bipolaridad.
Estos casos tienen dos cosas malas (aparte de todos los dolores de cabeza): la primera es que el sexo es escaso, se tira poco en varios meses, ya que entre escucharlos, esperarlos y que nos vuelvan a buscar perdemos varias semanas de bailes horizontales. La segunda es que su bipolaridad llega a ser contagiosa, porque sin darnos cuenta llega el día en que nos aburrimos, no queremos verlos, los eliminamos de whatsapp y ni soñando los buscamos. Pero, a la primera llamada de ellos, nos levantamos de inmediato, nos ponemos guapas y en menos de quince minutos estamos listas para verlos. En definitiva, nos volvemos igual de cambiantes. Fuimos contagiadas.
Pero ¿saben qué, chiquillas lindas? Por más que tengamos paciencia con ellos, aunque los esperemos semanas e incluso meses, la situación no va a cambiar. Porque mientras ésta clase de inestables emocionales no sepan qué es lo que en verdad quieren en su vida, la única ayuda que les podemos brindar es el número telefónico de un buen psicólogo.
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