No quiero sonar sexista, pero todos saben que las mujeres estamos mucho más preparadas para enfrentar un apocalipsis zombie. Claro, puede que la fuerza física de algún macho recio resulte de utilidad en determinado momento, pero ¿a quién recurrir cuando haga falta jabón en gel? ¿un "parche curita"? ¿ibuprofeno? Entonces, será la mina de la cartera más grande la que salve el día, la que anda siempre con la botella de agua de 500 ml, el paquete de galletas de soda o hasta el cuchillo de cocina para la autodefensa.
Es que las mujeres nacemos con la cartera bajo el brazo. A los cinco años, ya queremos andar para todas partes con el brillo de labios frutal o la muñeca predilecta y, con cada nuevo año de vida, vamos sumando un artículo imprescindible a nuestro bolso. Para cuando vamos en la U ya somos todas unas Mary Poppins y nadie se explica dónde logramos hacer caber tanto artilugio.
Las afortunadas que no desarrollan ningún vicio en la juventud, no tienen que andar buscando bolsos con compartimentos especiales para que los cigarros no se aplasten. Aunque igual hay que hacerle espacio a todos los benditos aparatos electrónicos que el estilo de vida moderno nos obliga a consumir. Las que más sufren son las que aman las carteras tanto por afán estético, como por la necesidad casi biológica de ir para todos lados con todo lo que poseen a cuestas: eligen cartera según la facha, y han de verter todo lo absorbido por ese vórtice caótico cada vez que se cambian de ropa.
Claro que, con los años, la pega, las mascotas, los hijos, una aprende a sacrificar un poco el garbo en pos de algún bolso grandote, medio deforme y de color neutro, donde además nos quepan el netbook (con cargador), el bloqueador solar (si, también en invierno), el glamoroso pañal de repuesto para la luz de nuestros ojos (o la bolsita plástica para las que tienen hijos caninos) y hasta el set de bolsas reutilizables para ir al súper a llenarnos más aún de cosas. Las más osadas (o resignadas), simplemente cambian por completo la cartera por la bolsa reutilizable en algún punto de la vida.
Así, pasan los años, pasan las modas, cambian las necesidades, y nuestra obsesión por tener absolutamente de todo en la cartera, no hace más que ir ajustándose a los tiempos. Quizás, nos secaremos esperando el apocalipsis zombie, pero no importa: ¡estaremos preparadas!
Imagen CC: Sarah