Andaba de negro, con los ojos bien pintados y sombra oscura, pulseras negras, aros de cruces y abrigo largo en el mismo tono. Cómo olvidarla: ¡mi época rockera!
Siempre me ha gustado el rock y el grunge, pero hubo un tiempo en que andaba con una ¡total locura por esta onda! Era imposible pasar un fin de semana sin ir a un concierto de rock y conocer a algún chascón ataviado como un cuervo.
Me encantaba disfrutar de esos conciertos donde la música en vivo y las guitarras eléctricas me volaban la cabeza. Y bueno, todavía me pasa, aunque he cambiado bastante mi forma de vestir de aquella época, jaja.
Ir a un lugar donde todos andaban en mi misma sintonía, vestidos de negro, con poleras de calaveras, accesorios poco comunes y esas chaquetas de cuero, me hacía sentir ¡mega genial! Además, reconozco que los hombres de pelo largo y con un outfit "dark" me trastornaban absolutamente.
Esa sensación de sentirse “chica mala” (que estoy segura a varias de nosotras nos ha sucedido), me daba hasta cierto poder, por decirlo de algún modo y mezclaba mi timidez de los 17 años con un halo de misterio exquisito.
Lo más divertido era que prácticamente obligaba a una de mis amigas - que era de la onda ultra romántica - a que me acompañara en mis salidas rockeras. Claro, éramos adolescentes y en mi casa en ese entonces se ponían medios cuáticos si salía sola.
Por supuesto, jamás dije "¡iremos a un concierto de rock, donde habrá mucho copete y locos de pelo largo que luego querrán llevarnos a sus casas!" Le hubiera dado un ataque ¡en tres tiempos! a mi familia.
Pero ¿saben?, siempre fui cuerda. ¡Dentro de lo que se puede, claro, jaja!
Es increíble recordar aquellos carretes donde el humo que provenía del escenario te hacía sentir toda una diva. Disfrutaba a concho contemplando a esos dioses del rock, esos bombones de pelo largo y chaquetas de cuero con sus voces inigualables. Podía sentir la música en mis venas.
Y aunque ahora tengo más años y he cambiado un poco, igual siempre diré ¡Que viva el rock!
Imagen CC Libertinus