Trabajo desde hace muchos años en una oficina que se encuentra cerca del Palacio Rioja, en Viña del Mar. He vivido el terremoto, los avisos de tsunami, la explosión de una bencinera y un sinfín de cosas más en este lugar. Todas raras y con toques graciosos. Pero sin duda, lo más curioso es que acá nunca me siento sola. Sí, tengo compañía del Más Allá.
Admito que mi vida casi siempre ha sido algo extraña - bastante diferente a las otras -, pero eso la hace más interesante. No es que vea gente muerta, pero puedo percibir cuando hay alguien no visible en las cercanías. ¡Y eso es algo que a menudo se me da en este espacio!. Gran parte de mi día laboral me encuentro sola, llego más temprano que los demás y almuerzo acá, por lo que puedo decir que conozco sus rincones, los espacios donde da más el sol, las ventanas buenas y las malas; por eso, sé cuando no es el viento el que las golpea. ¡Y ya se me hace normal oír pasos en la escala o que las sombras se crucen entre las oficinas!
En los años que llevo acá, he conocido a muchas personas: compañeras de labores que han durado muy poco y otras, periodos más largos. Favorablemente, con casi todas he podido crear un nexo y en los momentos de confianza, me han comentado que sienten que las miran, que están incomodas solas o con mucho silencio. Por eso, la radio siempre está sonando y la gente trata de no quedar sola en las noches en invierno. En ocasiones, las sombras son tan nítidas que me he parado a ver si entró un ladrón, pero está todo cerrado y el aire frío. Este lugar es muy helado.
Hubo tiempos súper densos, en que todos nos peleábamos por nada y luego había paz. ¡Los cambios eran tan drásticos e inexplicables!, de los gritos a la risa. Se perdían cosas que buscábamos por todos lados y aparecían donde ya habíamos mirado. Los artefactos fallan y cuando alguien los viene a ver, están perfectos. Yo sé que no es culpa de Murphy.
A esta altura de mi vida - cuando conozco en carne propia el dicho "Más sabe el diablo por viejo que por diablo" -, puedo decir que ya no temo a lo que este lugar puede guardar. Mis vivencias paranormales me ayudan a saber que no estamos solos, que somos espíritu y nuestra energía prevalece; se impregna en todos lados. Me siento acompañada.
Sé que a muchos les pasa ¿compartimos experiencias?
Imagen CC: José María Pérez Núñez