Nunca he tenido ningún complejo con mi cuerpo. Tampoco ando por la vida fijándome en si la mujer de al lado es más linda que yo o no.
Quizás eso me jugó en contra y empecé a despreocuparme de mi apariencia física. Nunca me ha gustado mucho maquillarme, siento que me pica la cara y que pierdo naturalidad, pero bien: no todos los días andamos "top and fresh" y comprendí que a veces es necesaria "una manito de gato".
¿A qué voy con todo esto? Que mi ex pareja me dejó... ¡Por una mujer mejor! Sí, es deprimente y un golpe muy bajo a la autoestima, pero hoy lo tomo como una lección de que no es lo mismo ser natural a ser despreocupada.
La historia es la siguiente, entré a la universidad y no sé si fue por ansiedad o por comer cualquier cosa, que subí de peso. Al principio mi pololo no decía nada, pero con el paso de los meses, su conducta evidenció lo que sentía. Me decía que evitara usar ropa ajustada y que ojalá en verano usara trajes de baño completos. El paso siguiente fue querer verme cada vez menos y hasta desviarme por teléfono: "no puedo verte hoy, tengo cosas que hacer".
Finalmente, decidió terminar conmigo. No me dio ninguna razón de peso, sólo me dijo que quería estar solo.
Yo estaba perturbada, no comprendía nada y obviamente, tenía pena. Pasó un tiempo, me recuperé, comencé a preocuparme más de mi apariencia y lo superé. Hasta que un día, andando por el mall, lo vi: ¡de la mano con una mujer espectacular! Alta, rubia, delgada y con estilo único. En ese momento no sé si me dio pena o rabia, pero descubrí cuál fue la verdadera razón del quiebre.
Entendí que por mucho amor que exista, el aspecto físico es importante en una relación. En ese punto los hombres son superficiales y les gusta más lucir a una mujer linda y arreglada.
Hoy, ya casi es una anécdota, pero también una experiencia: ahora soy otra mujer, que ama su cuerpo y le encanta mirarse al espejo y verse linda.
Por eso, si a ustedes les ha pasado y las han cambiado por una mujer mejor, deben también hacer un "mea culpa". No solo de sentimientos vive una relación.
Imagen CC Olga Berríos