Mi nariz no falla. Sabe en qué estación del año nos encontramos, lo cual es catastrófico, incomodo y hasta doloroso. Comenzó a gotear y aunque suene muy poco sensual, es un martirio cada año. Ni con los tips de la mamá, el dermatólogo y las mil y un creencias se pasa. ¡En primavera todo florece y las alergias también!
Es una tortura que los pañuelos desechables se conviertan en mis inseparables amigos. Sí, porque ese famoso plátano oriental que usaron para reforestar Santiago ¡me ataca!. Y además, ¡qué latoso tener que sonarme a cada rato y en los momentos menos pertinentes! Lo peor es cuando de tanto hacerlo mi nariz se rompe y sangra. Y yo, ahí con un gran tapón, sonriendo como si nada pasara.
La primavera trae el amor, pero ¿cómo esperan que alguien me mire si ando congestionada durante el día y peor aún, amanezco con los ojos hinchados y estornudo más que salud y dinero? Ni pensar en tomar un anti-alérgico, porque andaría con sueño constante e incómodo. Sé que hay opciones para tomar antes de acostarse, pero igual no controlan la irritación.
Dicen que no hay mal que dure cien años, pero ya llevo los suficientes para estar cansada y soñar que con la primavera me llegue el amor en lugar de esta molestia.