Revuelo ha causado la última teleserie de TVN, "No Abras la Puerta". Trata de una terapeuta que enfrenta sus temores cuando su maltratador ex vuelve a Chile y empieza a acosarla con insistencia.
¿Qué tan cercana es esta realidad? Bastante, si nos centramos en las cifras del SERNAM, y además conversamos con amigas o conocidas: más de alguna ha tenido problemas con ex parejas acosadoras o violentas. Una realidad que hasta a mí me tocó una vez, tras salir un par de semanas con un tipo. Después del fin de nuestros encuentros, se dedicó a seguirme sin parar durante varios meses.
Una noche, a la salida de un evento que estaba cubriendo, este tipo nos increpó a mí y al amigo que me acompañaba, ofreciendo combos y pidiéndome que me fuera a su casa con él. La verdad es que me dio mucho miedo y ¡parece que las calles quedaran desiertas cuando ocurre algo así!. Él insistió y se puso muy violento, forcejeamos y me dejó marcas en los brazos. Para suerte mía, una camioneta pasó en la noche y una madre con su hija bajaron, ofreciéndonos llevarnos a mi amigo y a mí (un milagro del que estoy muy agradecida), mientras este tipo intentaba golpear los vidrios. En resumen, fue una noche horrible de la que aún me cuesta mucho hablar.
Sin embargo, no me podía quedar de brazos cruzados; si mis viejos nunca me levantaron la mano, menos iba a permitir que un tipo lo hiciera. Por eso, a la mañana siguiente fui a dejar la debida constancia. Cabe destacar que en estas situaciones es más rápido ir a un centro asistencial, hablar con el carabinero de turno y con él realizar los trámites. En mi caso, constaté lesiones por el forcejeo, que me dejó con algunos hematomas en los brazos.
Lo que pasó en el hospital es otro cuento: colas larguísimas, médicos que se lanzaban la pelota unos con otros, y una empieza a sentir que hay tantos pacientes más complicados, que dan deseos de tomar las cosas e irse. Pero no lo hice, me aguanté las 4 horas de espera y me atendieron. Fueron sólo 30 segundos, pero cruciales para emitir el comunicado de "policontusa" y que empezaran los trámites reales de denuncia.
Ahí vino el drama. Cuando le llegó la citación a este tipo, las cosas se pusieron peor. Empezó a seguirme a cada local, trabajo o lugar donde estuviera. Fue donde mi jefa, a mi Universidad, conversó con mis compañeros e increpó a algunas amigas. En fin, fueron 6 meses donde no paró. La única manera de cuidarme, por vergonzoso que fuera, fue contarle a mis cercanos sobre la situación. Así, todos me acompañaban o me avisaban si lo habían visto cerca (porque siendo sinceros, sabemos que la fuerza pública no tiene el tiempo ni la cantidad de hombres para hacer seguimientos personalizados).
Sentí mucha vergüenza, principalmente de la gente que sin saber nada se topaba con él y debía aguantar sus "shows", de las amistades que tuvieron que lidiar con su desequilibrio en algún carrete en el cual se les acercaba. Y también rabia, momentos en que me cuestionaba "¿cómo estuve con alguien así? ¿cómo no me di cuenta?" Y es que estas personalidades abusivas saben camuflar súper bien sus intenciones. Sin embargo, había cosas que debieron "hacerme ruido", entre las que se cuentan:
1. No tienen amigos o creen que todo el mundo está contra ellos. La excesiva victimización generalmente es signo de algo más; un elemento que no son capaces de asumir. "No sé por qué me tienen miedo", "No sé por qué ella actúa así cuando me ve".
2. Un ego excesivo y arrogante, se sienten superiores a todo.
3. Empiezan a ponerse celosos de cualquier situación.
4. Su propia familia les vuelve la espalda.
Hay muchos factores más, obvio, pero al menos esos fueron algunos de los que me hicieron alejar. Nunca hay que subestimar nuestra intuición: cuando sentimos que algo no anda bien, generalmente es que así es. Conviene entonces analizar qué cosas nos hacen sentir extrañas. Muchas veces nuestro cuerpo da señales más claras que las que ofrece nuestra conciencia.
Otra de las cosas que agradezco es que jamás lo llevé a mi casa. Y fue algo bueno que pocos amigos supieran mi dirección también, ya que se dedicó a revisar cada publicación y comentario buscando indicios. ¡Incluso llegó a inventar que trabajaba conmigo, para lograr que una ex jefa le entregara mis antecedentes! (gracias a que la había advertido, no lo hizo). Y esto, chicas, es súper importante: esperen a conocer bien a una persona antes de invitarla a su hogar.
Todas estamos en mayor o menor medida expuestas a vivir un episodio como éste. Por lo mismo, el llamado es siempre a la observación y el auto-cuidado. Es difícil saber cómo reaccionar frente a problemas como éste, por lo que siempre hay que estar alertas y actuar si es que nos sucede.
En mi caso, la historia tuvo un final bueno. Tras medio año de incidentes, seguimientos y acoso, fue el juicio y se decretaron las medidas preventivas para que el tipo se alejara y cumplió (menos mal). No les digo que fue fácil: estuve con temores mucho tiempo, de salir, carretear o ir a lugares desconocidos. Pero al final sólo queda apoyarnos en nuestros amigos y familia. ¡No dejen de contar lo que les está pasando!.
Imagen CC Jason Michael