Tengo una hija de 4 años. Hemos pasado algún tiempo separadas por causa de mi carrera y en ocasiones, me fui por el fin de semana al sur con mi nueva pareja, sin ella. Pero esta distancia nunca fue por mucho y de sólo pensar que se está independizando de mí, ¡me aterro!.
Cuando 'la Rucia' nació- le decimos así por su pelo claro- ya sabíamos que sería difícil, porque yo estudiando cuando decidió venir. Lo anterior me demandaba lo que enormes cantidades de tiempo fuera de casa. Así es que me tomé un “post-natal” de 8 meses y retomé la carrera. A veces pasábamos los fines de semana alejadas, pero yo siempre sabía que al volver ella estaría, con su sonrisa desdentada y aquellas ganas inagotables de jugar sin pausa.
A medida que fue creciendo, nuestros lazos mamá-hija también lo hicieron, y ya se hacía cada vez más complejo separarnos. Cuando empecé mi nueva relación de pareja, mi pololo y mi hija no se conocían, así es que pasábamos algunos fines de semana solos. Pero eso duró un mes y los presenté. Luego, ya no pude concebir la vida sin los tres juntos para todos lados.
Pero esta armonía familiar duró hasta que mis papás cacharon que 'la Rucia' estaba más grande y podía vivir lejos de mí. Es por esto que para Fiestas Patrias decidieron irse a Punta Arenas por un mes. Cuando me pidieron permiso y lo pensé, creí que no sería tanto. Después de todo, 30 días pasan volando y ella lo pasaría chancho. Así es que empezamos a preparar las maletas y con mi pololo decidimos regalarle un celular –de los más básicos - para estar en contacto.
Llegó el día en que se fue y yo lloraba a mares cual Magdalena. La fui a dejar al Transfer - porque su vuelo era de madrugada - y de ahí me las lloré todas. ¡La llamaba a cada rato! hasta que mi mamá me dijo que tenían que abordar y había que apagar el teléfono. Ahí empezó mi condena.
En mi casa todo tenía olor a mi hija, todo era mi hija. Creo que nunca me había dado cuenta de lo mucho que pasábamos juntas y de cuánto me importaba. Ahí caché que no hay cosa más terrible que estar separada de un hijo. Llevamos recién dos semanas sin vernos y se me han hechos años las horas y siglos los días.
Más encima, cada vez que la llamo a su celular, me contesta y hablamos dos minutos porque se aburre y quiere ir a jugar a la nieve. Mi papá me manda fotos y se nota que lo está pasando a todo chacho, pero no es lo mismo. La extraño a morir y pensaré mil veces antes de dejarla ir de nuevo.
Creo que no hay nada más terrible que tu hijo esté lejos de ti. Al menos sé que la mía volverá luego y que en serio le daré muchas vueltas al tema antes de repetir la vivencia... e incluso dudaré en mandarla de intercambio, como habíamos pensando hace un tiempo.
Y tú, ¿has pasado por esta horrible experiencia?
Imagen CC Fusky