Helga Pataki ama a Arnold desde que tiene uso de razón. Día y noche piensa en él. El chico con cabeza de balón protagoniza sus delirantes fantasías pre-adolescentes; la inspira a escribir poemas e incluso, a fabricar altares. Está pendiente de él y de que sea feliz; sin embargo, cada vez que lo tiene enfrente, reacciona de manera agresiva, hostilizándolo y sometiéndolo a un bullying constante.
El comportamiento de Helga no es tan infrecuente. Así, hay chicas que reconocen sentir cierta antipatía por sus propias parejas, al punto de buscar peleas constantemente y “armar escándalos” por todo. Sin embargo, cuando las personas que aman se alejan, lloran, viven y penan por ellas. Pues bien, estas bipolares actitudes ya tienen un nombre en la cultura popular: se denominan “tsundere”.
La palabra (de origen nipón) es una derivación de los términos “tsun tsun” (disgusto) y “dere dere” (ser cariñoso). Se refiere a aquellas personas que son como el yogurt americano: dulces en el fondo… ¡pero bien en el fondo!. Tienen la capacidad de entregar un amor apasionado e incondicional, que ¡ya se lo quisiera una escritora de novelas rosa!. No obstante, producto de su propia inseguridad y temor al rechazo, sienten la irresistible compulsión de agredir o mostrarse hostiles frente al ser amado, como una forma de parecer fuertes y proteger sus emociones.
Es usual que las tsundere tengan un miedo patológico a ser abandonadas o utilizadas, aprensión que comúnmente se genera en la infancia, producto de una mala relación con los padres (o la carencia de éstos). Pero también es posible que el comportamiento se desarrolle en edades más avanzadas, luego de una ruptura o experiencia amorosa que resultó traumática.
Este concepto se ha extendido al punto de ser sumamente popular entre los aficionados al manga y al animé, donde proliferan los personajes de este tipo. Y ¡ojo! que es bastante la empatía que generan, lo que da cuenta de que existen ¡muchas de ellas! en la vida real. Son seres que ante el mundo (y particularmente, en la interacción con el ser amado) se muestran agresivas e intolerantes. Aplican todo tipo de técnicas para evitar un acercamiento o cualquier cosa que las haga parecer vulnerables (por ejemplo golpes, gritos, ácidas críticas a todo lo que la persona dice, etcétera). No obstante, tras este “escudo” construido por el miedo, se ocultan seres tímidos, inseguros, llenos de complejos pero cálidos, incondicionales, afectuosos y sensibles ¡al extremo!
Y tú, ¿te consideras una tsundere?
Imagen Captura YouTube