¡Trágame tierra ahí viene, escóndeme que no me vea!, le dices a tu mejor amiga. Simplemente, pareces un verdadero tomate ambulante que está a punto de explotar.¡Sí!, eso nos suele pasar cuando estamos embobadas con alguien: ¡somos literalmente unas cabras chicas!, parecemos quinceañeras y sentimos esas traviesas mariposas revoloteando en el estómago.
Pues claro, aunque hemos crecido, podemos volver a sentir esa exquisita sensación cuando vemos a ese hermoso ser que se nos coloca delante y nos deja sin saber qué hacer. Si hasta decimos la primera estupidez que se nos viene a la cabeza, ya que nuestros nervios son más fuertes que si estuviéramos dando una charla a cien personas. ¡La verdadera locura hermosa del amor!
Pero amigas, es ultra genial sentirse así ¿a quién no le gusta sentir ese torbellino en el estómago, pero de amor, de pasión, de ganas de estar con el príncipe con quien sueña todos los días? Y es que solemos perdernos en su mirada, quedarnos pegadas escuchándolo, aunque no nos mire, aunque parezca huir cuando le hablamos. Como actúe nos da lo mismo, porque volvemos a ser eternas “niñas” enamoradas.
Hace un tiempo conocí a un hombre muy particular, un tanto misterioso, que para mí era y es un verdadero imán. Sólo con verlo hacía que me quedara completamente muda. Y bueno, no sabía qué decir, porque a su lado no atinaba a nada: sólo quería permanecer cerca suyo. Y es que se siente una revolución tan fuerte dentro de una, que quieres te trague la tierra y al mismo tiempo estallar de alegría para llamar su atención.
Jaja, ¡así se siente volver a enamorarse! Mariposas, torbellinos y todo tipo de sensaciones en tu loco corazón. Regresamos a nuestra adolescencia y lo mejor es que algunos bombones saben perfectamente cómo sacar ese lado de nosotras y encender la llamita del amor.
Volvemos a nuestras antiguas andanzas, a llamar su atención de alguna forma, a cuchichear con las amigas y pedirles que miren todos sus pasos cuando no lo estamos haciendo, ir a los lugares dónde está él, pensar en todo lo que nos pueda acercar y volver de una u otra forma a jugar a la conquista.
Y ustedes ¿han vuelto a ser unas verdaderas adolescentes enamoradas?
Imagen CC David de la Luz H.