¿Han escuchado ese dicho que dice 'Cálmate, pareces novia'?
Claro, porque las mujeres que van a dar este paso tan importante son como verdaderos torbellinos, pero de histeria, jaja. Ya me imagino todo el cambio de esquema que deben tener en su cabeza, especialmente si jamás han convivido con un pololo y han estado siempre con su familia.
Es así como el matrimonio se transforma en una instancia clave en sus vidas, que puede llenar sus corazones de felicidad. Pero, ¡ojo!. Hay ocasiones en que los preparativos - y las expectativas del momento - pueden ser ciertamente agobiantes. Organizar una boda implica mucha tensión, sumada a toda la locura que debe pasar por la mente de una novia en esos momentos.
Y bueno, aquí voy con una historia que me contó una conocida, donde había una niña joven que soñaba con casarse. Siempre veía vestidos de novias y ¡hasta llegaba a probárselos en las tiendas!, dejando a las vendedoras vueltas locas, porque al final no compraba nada. Finalmente, conoció a un hombre que le robó el alma y el corazón. Pololearon dos años, pero cada uno vivía con su familia. Llegó el día cuando en una hermosa cena a la luz de las velas, él le pidó matrimonio. Totalmente asombrada, apenas le salían las palabras, pero luego, cuando volvió a su centro dio el "¡sí!"
Estaba radiante, llena de felicidad y con mucha ilusión, organizando su boda junto a sus amigas. Por supuesto, eligió ¡el mejor y más hermoso vestido!. Hasta que llegó tan ansiado día y el príncipe azul la esperaba en la Iglesia: un hombre muy leal, correcto, con su vida resuelta. No había donde perderse, considerando lo enamorados que estaban los dos. ¡Pero!... nuestra hermosa 'princesa' a minutos de bajarse del auto estaba en estado de 'shock'.
¡Ni ella sabía que le pasaba! Lo cierto es que había un torbellino de ideas confusas en su cabeza. Sólo quería salir huyendo de ese lugar y que nadie la viera.
Cuando mi conocida me contó esta experiencia, pensé que se trataba de cualquier persona y después me di cuenta ¡de que era ella! Entonces le pregunté qué fue lo que la hizo arrepentirse, ya que perdió un hombre maravilloso y el sueño de su vida. "El miedo", me respondió. Eso fue lo que más la frenó: dejar de estar cómoda con su familia, no saber qué pasaría después... En otras palabras, no vivir el presente y adelantarse al futuro. Entre las muchas cosas que pasaron por su cabeza, se cuestionó que pasaría si él la engañaba o si sería capaz de ser buena esposa y madre. En el fondo, nunca dejó de amarlo, sólo se dejó llevar por el pánico.
Eso sí amigas, esta niña sólo era princesa: no bruja. Por lo tanto, no tenía una bola de cristal para adivinar si fracasaría o tendría un feliz matrimonio.
Y ahí quedó su historia. De nada le sirvió lucir el mejor vestido y tener a un novio fantástico esperándola. Una gran lección para que quienes pronto darán ese paso es conversar bien con sus parejas y no pensar tanto en el futuro, sino vivir el presente. De lo contrario, el miedo les puede pasar la cuenta y engañar a la mente.
Y tú ¿estás preparada para casarte?
Imagen CC gwilmore