No les puedo decir exactamente cuándo comenzó esta peligrosa obsesión. Peligrosa, sobre todo cuando aparecen comerciales anunciando nuevos productos para el pelo. Les juro que en ese mismo momento, me imagino cómo se sentirá mi cabello si los uso.
Me di cuenta de que era una obsesión cuando empecé a mirar mis muebles y… ¡estaban llenos de distintos shampoos, cremas y tratamientos capilares! Sin ir más lejos, mis preferidos son los aceites para las puntas partidas, porque ¡las odio tanto! De hecho, creo que por ahí empezó mi problema.
Un día entré a un local especializado en productos para el cabello. Fue entonces cuando me di cuenta de que yo estaba loca por estos productos. Le pedí a la niña que atendía que me mostrara un aceite para puntas. Me lo trajo, lo analicé meticulosamente. “Me lo llevo”, le dije. “¿Quiere llevar algo más?”. Uff, peligrosa pregunta para una obsesionada como yo. “Sí, quiero ver el acondicionador de coco y la crema para peinar”. En serio, era grave.
Pero no sólo de productos elaborados soy fanática: también de las mascarillas naturales. El huevo y aceite de oliva son indispensables en mi cocina. Claro, puede faltar pan, bebida, fideos, cualquier cosa, menos los ingredientes mágicos para mantener mi pelo saludable. ¿Ven que mi obsesión es peligrosa?
Lo peor de todo es que ¡pucha que he gastado plata!. Aunque me aseguro de no gastar lo que no tengo, cuando sí puedo, mis mayores gustos me los doy en la sección de productos capilares de cualquier farmacia. Realmente, puedo pasar ¡horas! revisando de qué están hechos los productos, para qué sirven y hasta imagino su olor.
Debo confesarles que hace poco entré en razón. Sí, me costó, pero lo logré. Paulatinamente, he ido alejando esta obsesión de mi cabeza. Ahora, en vez de comprarme 5 productos al mes, me compro 4… un tremendo logro, ¿no?
Y tú ¿también eres fanática de los productos para el pelo?
Imagen CC Jonathan Emmanuel Flores