En época de exámenes, trabajos, tesis y certámenes/solemnes, la procrastinación se apodera de nosotras. Basta con el vuelo de un pajarito para que nuestra mente se escape adoptando ¡alas propias!. Tantas cosas nos distraen y nos desvían de los objetivos, que llegamos a pensar en que tal vez padecemos de un déficit atencional tardío. Pero, ¿será tan así?
Hace unos días asistí con mi hijo a un interesante coaching sobre aprendizaje, donde reflexionamos respecto a muchas cosas. Por ejemplo, ¡en lo fome que es colegio para un niño! Y en la universidad, aún cuando estudiamos lo que nosotras mismas escogimos, ¡no me negarán que existen ramos que nos rebanan los sesos!. En mi caso, sufrí con un par de cátedras cuando estudié periodismo, pero ahora que se me ocurrió iniciar ¡derecho! como segunda profesión, procesal ha sido mi bestia negra. ¡Me cuesta horrores mantener el hilo!
Y es que ocurre que de nuestros dos hemisferios cerebrales, existe uno que boicotea nuestros planes: el derecho. Mientras el izquierdo abarca el pensamiento lógico, la racionalidad y las materias más “cabezonas”, el hemisferio derecho - de las emociones - piensa, vuela, crea e imagina. Lo malo es que escoge los peores momentos para hacerlo (justo en medio de la importante clase en que trataremos en profundidad lo que entrará en la próxima prueba).
Imagen CC TZA
¿Por qué pasa esto? Pues bien, muchas habrán oído hablar de nuestros canales: visual, auditivo y kinestésico. Aunque tenemos el potencial para utilizar los tres, la inmensa mayoría privilegia uno, que le ayuda a mantener la concentración, facilitando el aprendizaje. ¡Y las clases están orientadas a quienes usan el canal auditivo!
Por ejemplo, yo - full kinestésica - aprendo mucho más mientras escribo. Tomo mi lápiz, retengo ideas y las traduzco en movimiento. Y a veces ocurre que algún profesor indica: “no tomen apuntes sobre esto, prefiero que se concentren y me escuchen”. Fatal. Ahí muero. Mi mente divaga, se va a la playa, a las próximas vacaciones, calcula presupuestos, en fin… ¡todo! menos prestar atención. ¡Y seguro no soy la única a quien le ocurre!. Sin embargo, que esto nos pase no significa que tengamos déficit atencional, no. Sucede que nuestros canales preferentes no están siendo correctamente estimulados.
¿Solución? Aún estoy en la búsqueda de una fórmula mágica que me ayude a aprovechar al máximo mis habilidades, tanto en las materias que más me agradan como en las que no. Me pareció interesante el coach al cual asistí, ya que prometía proporcionar buenos tips para lograrlo en poquísimas sesiones (12). Claro, estaba orientado a niños - como mi hijo pre-adolescente -, pero la chica señaló que habían cursos para adultos universitarios. ¡Y estoy pensando seriamente en tomarlo! (Si les interesa, les dejo el link: se llama Aprendizaje Inteligente).
Sin embargo, a lo que voy con este post es que caer en la procrastinación o no aprovechar el tiempo de estudio no implica que haya un problema con nosotros: es el método de enseñanza el que quizás debiera revisarse. ¿No lo creen?
Y a ustedes, ¿también las traiciona su hemisferio derecho?
Imagen CC The devil wears Prada