En este mundo agitado en que vivimos, difícilmente podríamos decir que el estrés solo viene en diciembre, pero la verdad es que ya habiendo transcurrido casi todo un año, no somos los mismos. Nuestra cara lo dice a gritos y las bocas muchas veces ya no saben ni lo que dicen, es por ello que en medio de la neura debes cuidarte de los malos entendidos.
A todos nos pasa. Tu escritorio esta tan lleno de carpetas que ya no ves la pantalla del PC: se viene el arqueo de fin de año, el balance, el resumen anual de ventas, se sabrá quién gana el bono de producción, etcétera. Además viene el verano, las fiestas, las típicas deudas, los ahorros express y la terrible pregunta de todos los años:"¿cenamos con tus padres o con los míos?". Incluso si están en época de estudios, las cosas no mejoran. La temible tesis y los exámenes; esas eternas noches de estudio en que comprobaste que luego de dormir apenas cuatro horas aún se puede caminar y masticar chicle, te deben tener con un aspecto zombie ¡del terror!.
Estamos cansadas. Tenemos tanto en la cabeza que no es nada extraño que se nos confundan los horarios, entremos al salón equivocado, mandemos la factura al norte y no a Santiago, o le des el estofado al gato y la lata de comida al marido. Nuestra mente nos delata: cambiamos nombres a los compañeros de trabajo, respondemos de manera cortante y damos respuestas breves para no perder tiempo alguno. Es justo ahí donde debemos poner ojo. Nuestro cuerpo —dañado en diversas formas— empieza a crear defensas, y nos volvemos algo agresivos, un tanto hostiles y confusos. Damos pésimas señales, malas instrucciones y dejamos el entorno patas arriba.
Hace algunos días di una respuesta rápida y según yo inofensiva, pero mi interlocutora lo entendió mal y todo fue caos. Hubo gritos, cosas sacadas en cara, y sentimientos extraños rondando por todos lados. Yo nunca dije lo que ella creyó oír, pero el espectáculo ya se había dado. Fue tan desagradable y triste a la vez. Me sentí culpable mucho rato por no haber sido más conciliadora y dejar mi fortaleza de lado. Luego nos pedimos disculpas y ambas entendimos que las palabras fueron mal interpretadas. Ahora nos reímos todos, pero en ese momento fue un bombazo sobre mi escritorio, que hizo volar mi trabajo por todos lados.
Esto me ayudo a pensar en que todos estamos estresados a estas alturas del año. Nos defendemos de todo porque sabemos que algo no está bien. Ese algo somos nosotros. Analiza tus últimas dos semanas y piensa en los momentos en que algo así te haya ocurrido. Es necesario que tomes aire y te des tres segundos antes de responder. Necesitas a la gente que te rodea y en un ambiente tenso las cosas no funcionan mejor.
Este es mi llamado urgente al autocontrol. Una bandera blanca en medio de los fuertes que ha levantado mi cuerpo —y el tuyo— en contra del entorno. Abre las ventanas, pon música y trata de respirar muchas veces en el día. Hazlo por ti y por los demás. Hagamos de este diciembre un mes mejor.
Imagen CC Helga Weber