Hay una línea delgada entre el amigo y el conocido, tanto que muchas veces se confunden. Mi ojo siempre ha sido malísimo para distinguir entre ambos y me tocó decepcionarme un montón de veces. Lo importante, es que el nexo que se forma entre dos amigos, es indestructible y perdura en el tiempo.
Un conocido, siempre te dirá que estás bien o te adulará. Es el que te saluda y se despide, sin establecer ningún tipo de profundidad sentimental. Puede existir “buena onda”, pero no esperes de él apoyo en tus momentos más complicados. Generalmente, la gente que aparece en tu período de éxito, no es la que se quedará para siempre.
El amigo te dice la verdad: si cree que haces algo mal, te lo hace saber o te reprende. Es quien te empuja contra el chico que te gusta para que te avergüences o te animes a saludarlo, o el que si te caes, primero se ríe y después te ayuda a que te pares. Es quien pasea por tu refrigerador y saca lo guste, saludando a tu madre como si fuera un hijo más.
El mejor reflejo de un cariño sincero y genuino, es precisamente la confianza y el apoyo incondicional. Pueden pasar años sin que lo veas o se junten, pero siempre estará cuando no tengas dinero o pases por una pena. Ese es un amigo. Es con quien puedes tener una conversa a corazón abierto, sin tapujos, sabiendo que el otro no revelará lo más ínfimo de tu ser.
La amistad verdadera es espectacular, pero requiere de tiempo y fidelidad, para poder pulirla con el tiempo. No hay que apresurarse, entregando nuestra vida de inmediato a quien posiblemente pueda traicionarnos. Te darás cuenta de inmediato cuando congenies con alguien, porque la confianza se dará naturalmente.
¡Ojo con los conocidos o amigos de carrete que sólo quieren aprovecharse de ti! Probablemente, si tienes buenas amistades, lo notarán y te lo advertirán de inmediato. ¿Para eso son los amigos, o no?
Imagen CC Zanthia