Cuando la gente desaparece de tu vida es porque lo está pasando de lo mejor. Tienen una pareja y tiempo que sólo pueden llenar con ésta, por lo que la familia y los amigos pasan a la historia. Cuando esas mismas personas reaparecen y te comienzan a escribir mensajes preguntando cuándo serán los afortunados destinatarios de un poco de tu tiempo es porque, de seguro, se quedaron sin pareja y sin existencia inmediata.
Conozco a dos personas que terminaron relaciones de más de cinco años. Las razones para cada quiebre fueron distintas, pero la catástrofe nuclear que se desencadenó fue la misma en ambos casos y así es como comencé a ver más a uno de mis mejores amigos y a mi primo. Nunca he experimentado una relación de pareja, llámese “freelance” o como estime conveniente, pero fue mediante la experiencia de estos dos personajes que comencé a descubrir lo mal que se puede estar cuando la vida se te desordena.
Ambos estaban pegados, no importaba lo que hicieran o dejaran de hacer. Nunca la vida que llevaban antes, cuando sus parejas estaban con ellos, había parecido más interesante que cuando la perdieron (sí, esa frase que dice: “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” me hace todo el sentido). Al final, mi primo y amigo terminaron queriendo más a sus minas cuando ya no las tenían.
Cuando te toca vivir relaciones largas y luego te enfrentas a una ruptura, vienen los cuestionamientos acerca de las causas de la “desgracia” y lo que se puede hacer para salir de ese hoyo. Otro de los factores que hacen que el término de una relación sea más o menos terrible es la edad: no olvidemos que cometer errores y tomar malas decisiones se acepta mejor en los tiempos de juventud. Ya pasados los 30, sientes que no tienes tiempo para la experimentación ni para equivocarte, cosa que hace que te deprimas más ante este tipo de situaciones.
Al final, cinco años (o más) cavando una tumba puede resultar en un porrazo en el que llegues directo a la China, pero por más que las cosas parezcan desastrosas les digo que, con paciencia, se puede continuar. En el caso de mi amigo, por más que pensó que iba a estar solo para siempre, encontró hace poco a una chica y se puede decir que está recuperando lo perdido.
Mi primo desapareció y pasé de verlo un par de veces al mes a rogarle que me conteste un mensaje en el que le pregunto si está vivo o en este planeta. Por lo que supongo, ya anda de Romeo y no hay tiempo para ningún otro deporte social. En base a lo que les cuento, sólo quiero aclarar que no creo necesario meter los dedos al enchufe para saber que te da la corriente. Sin vivir este tema puedes darte cuenta de lo mucho que cuesta superarlo, pero tarde o temprano ya estás comenzando a cavar otro hoyo; lo que importa ahora es que no caigas nuevamente.
Así que si están pasando por un momento como éste, lo mejor es que no se apresuren y examinen lo que hicieron mal y bien. La idea es que esta experiencia, a pesar de lo traumática, les sirva como ejercicio para percatarse de lo que deben desechar y mantener, en favor de una nueva relación de pareja.
Imagen CC Frank Vincentz