La figura de la madrastra siempre ha sido cuestionada, en cuanto a su rol y los hijos que nos son de ella, que casi por obligación debe aceptar.
¿Recuerdan la malvada madrastra de la Cenicienta?, ¡Dios nos libre!
Decir "Madrastra" en lo personal me suena a novela venezolana (por decir algo), por eso prefiero referirme a ella como "la señora de" o tratarla por su nombre. La palabra madrastra crea una pared, una especie de barrera en la relación que podamos establecer con la nueva esposa de nuestro padre.
Todo bien si nos tocó aceptar a la nueva pareja del papá y ella hace todo lo posible por caernos en gracia, sin tener por qué. Pero, ¿qué pasa si a nosotras nos toca ser madrastras?. ¿Cuál es el verdadero rol que asumiríamos, el de la bruja malvada o el de la dulce y tierna "amiga" del papá?.
Es aquí donde me pongo cursi, pero soy de la idea de que si nuestro amado es feliz, hay que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para tener una relación armoniosa con sus hijos. Incluso si éstos ya son grandes y no existen responsabilidades. El hecho de integrar y hacer familia con los retoños anteriores no sólo armoniza un hogar, sino que también lleva alegría y unión.
A mí me tocó una buena madrastr:generosa, preocupada, siempre está ahí, sin tener obligación alguna. Nada que ver con los prejuicios que genera la palabra. Hay que ser bien valiente para asumir hijos y familia anterior, eso no lo hacen todas las mujeres. De hecho, si me tocara enfrentar una situación como esa, lo más probable es que dijera "¡beep beep!", como el Correcaminos. Pero como nunca sabe, mejor me muerdo la lengua...
Imagen CC chris.alcoran