Desde chiquititas se nos enseñó cómo debíamos comportarnos, qué teníamos que decir y qué no y cómo debía ser nuestra relación con el resto. Sin embargo, a muy pocas se les habló sobre cómo habrían de enfrentar aquellos momentos de intimidad, que a puertas cerradas las harían encontrarse con ellas mismas y que, más temprano que tarde, las enfrentarían a un otro.
La masturbación femenina hasta el día de hoy es un tema que no se habla, y que para muchas, ni siquiera se debería pensar. Por lo mismo, es el eje central de los grandes problemas que vive hoy la mujer en su sexualidad. El desconocimiento que prevalece de nosotras mismas, es el que en muchas ocasiones nos lleva a vivir situaciones tensas ante una experiencia sexual, sobre todo porque frecuentemente nos encontramos frente a un compañero que por su género ha sido motivado desde sus inicios a disfrutar de su autoconocimiento.
Asimismo, las presiones que le imponen los medios de comunicación al género femenino de cumplir con ciertos estándares de energía y entusiasmo a toda hora en el sexo, terminan por provocar en muchas de ellas frustración al no sentirse capaces de seguir el ritmo que todos parecieran llevar en su intimidad. Y es que en las películas y series sentir parece sencillo, pero en la cama varias sencillamente no lo logran.
Ante este sentimiento de insatisfacción, así como de muchos otros, las mujeres se han refugiado en las conversaciones con sus pares sobre este tipo de experiencias, hecho que para su sorpresa, ha denotado que éste no es un problema puntual, si no que una situación que se repite en muchísimas parejas y que nace de una educación sexual pobre donde el desconocimiento propio de la mujer de otorgarse placer a sí misma ha sido nulo.
Si no somos capaces de saber qué es lo que nos gusta ¿cómo podemos hacérselo entender al otro? Imagen CC EJP Photo