Mi vieja es lo máximo, en serio. Muchos de quienes la conocen pueden dar cuenta de ello. Ella no es sólo una madre, es una amiga, ¡la mejor! (no te enojes conmigo, Negra) pero el consejo más acertado viene de ella, siempre.
Con mi madre hemos tenido una relación muy cercana, muy de “tú a tú”, por eso cuando veo las relaciones de gente que conozco con sus madres, no entiendo por qué a veces hay algunas que se leen tan distantes. ¡Si tener a tu vieja para conversar las cosas que pasan por tu mente es demasiado gratificante! Doy las gracias a toda la dinastía de su familia por habernos criado así Realmente esta relación la dejo para la memoria y para que el día en que yo sea madre se repita, tal cual, con todos los aprendizajes y amor inmenso que ella me demuestra día a día.
Mi madre siempre me ha dado soporte, me ha hecho ver lo que está bien y lo que debería mejorar. Gracias a ella estoy orgullosamente parada en la vida y sé que ella lo sabe, porque no hay día en el que no me haga un comentario con que me demuestre la bella opinión que tiene de mí. Por eso - y por unos infinitos 25 años - mi vieja me ha mostrado el camino correcto, me ha dejado aconsejarle y cuidarla, “dar vuelta la tortilla” como se dice y ser feliz.
Y porque no hay que tener un día para decirle lo mucho que se le quiere, hoy y siempre, gracias por todo, vieja. ¡Te amo!
Hay que abrazar todo ese amor que tienen por nosotras. Dar las gracias es la única manera de valorar todo lo que se tiene, ¿no creen?