Soy hija única. Mi niñez fue una etapa muy feliz de mi vida, con mis abuelos siempre presentes y agasajadores, fui una niña mimada más. Que no se malinterprete, mimada pero no malcriada. En base a mi experiencia, puedo decir que existe un mal del hijo único que te convierte en una persona autosuficiente al tomar ciertas decisiones, como también desarrollar un egoísmo casi patológico. Me encantaba invitar amigos y amigas a la casa a jugar con mis juguetes, pero me encantaba ser el personaje principal.
Durante y después de la tormentosa pubertad, me doy cuenta de que siempre he sido una gran egoísta. Sin embargo, pese a mis antecedentes no soy un caso extremo. Este tema del ego nos atañe a todos y todas. Siempre sale a flote en las situaciones más inesperadas y de diversas formas. La falsa modestia no existe en este mundo de complejas relaciones humanas. Creo que es instintivo dividirse entre ese instinto infantil de egoísmo y el egocentrismo de haber sido la niña del hogar.
Intuyo que muchas nos sentimos repletas de este egocentrismo al que inconscientemente no queremos renunciar, en conjunto con una autoestima que se arrastra por el piso para que la pesquemos. Esta relación es inversamente proporcional: mientras más ego, menos autoestima. Aquí detengámonos: socialmente se nos está permitido ser todo lo egocéntricas que queramos, pero no se nos permite ser egoístas. Es en este punto donde el egoísmo pasa a ser una palabra que debemos resignificar.
Si yo me quiero y me respeto tiendo a ser un poco egoísta, lo que no me convierte en una persona individualista e inhumana. Si tengo una pareja, no tengo por qué ser condescendiente para que él esté a mi lado, ni dejar de lado mis propios proyectos. Si mi entorno me exige demasiado, debo rebobinar y pensar si ellos harían lo mismo que yo hago por ellos. Que quede claro, no es egoísmo, es amor propio.
Llegué a estas conclusiones luego de diversas situaciones en mi vida. Decidí ser egoísta porque tengo muchos planes para mi futuro y no puedo esperar por concretarlos. También porque muchas veces, cuando pequeña, me dijeron que me callara por respeto a mis mayores, en circunstancias que simplemente debieron dejar que me expresara con naturalidad. De a poco construyo lo que quiero ser para reafirmar mi amor propio y todos los días quererme más. Me elijo a mí por sobre los demás, porque nadie más estaría dispuesto a hacerlo con tantas ganas como yo misma.
Existen tantos problemas entre mujeres debido al exacerbado egocentrismo y la falta de autoestima, que di un paso al lado en silencio. Me niego a vivir en una sociedad donde las mujeres nos veamos como enemigas, debido a roles que se nos han asignado durante el transcurso de la historia. Considerar este "egoísmo" como indiviudualismo es lo que nos mantiene estancadas en peleas sin sentido en vez de nutrirnos de las cosas que nos gustan y compartirlas con los demás. No olvidar: mi espacio limita donde llega el de la otra (o el otro).
Antes me ponía muy triste por todas estas situaciones descritas y de vez en cuando me siguen afectando. Pero es tarea de cada una ser un poco egoísta y darse cuenta que no vale la pena preocuparse de problemas banales. Simplemente, hay que continuar viviendo.
Yo decido ser egoísta dentro de mi espacio para convertirme en una persona plena y segura. Y tú, ¿qué estás esperando?
Imagen CC [email protected]