Comienza el periodo estival: vacaciones y romances al por mayor. Sin embargo, muchas se encuentran inmersas en la vorágine de combinar trabajo con pañales, mamaderas, cuentos, trazos y el largo etcétera que implica la caóticamente hermosa maternidad. Es, ciertamente, un mundo fascinante (y lo digo con conocimiento de causa). Pero, ¿qué hacer si la pareja nos propone una escapada romántica? ¿Nos convierte eso en malas mamás?
La respuesta es un “no” rotundo, ya que - a juicio de los especialistas - estas escapadas son incluso ¡mega saludables! para la relación de pareja. Es fundamental dejar espacio para “pololear” y compartir con el ser amado, más allá del rol de padres y las responsabilidades que éste conlleva. De ese modo, lograremos mantener vivo el romance y no caer en la rutina, tan nociva para las buenas parejas.
El principal problema a la hora de ejecutar tal proyecto es la culpa. Por lo mismo, debemos darle una buena patada a este sentimiento y ¡enviarlo a freír espárragos!, ya que si tenemos la suerte de contar con una abuela o tía amorosa que se encargue de los niños durante este periodo, no hay por qué preocuparse. Al contrario, haremos felices a nuestros hijos, ya que verán que sus padres cultivan una relación sólida y se preocupan de fortalecerla, experiencia que querrán emular con sus parejas cuando sean adultos.
Además, ¡no debemos interpretar esta sana práctica como un “abandono”!, ya que podemos dividir salomónicamente nuestras vacaciones: salir una semana con la familia completa y dedicar un finde a la ¡luna de miel! Y, si replicamos esto varias veces durante el año, el resultado será: papás amorosos, sin estrés y con relaciones que mantienen el encanto. Nada mal, ¿o sí?.
Y tú, ¿te animas a tomarte una “escapada” sin culpas?
Imagen CC Brron