Asumir un nuevo desafío siempre es emocionante. Nos estamos retando a nosotras mismas a cumplir algún querido propósito, como bajar de peso, dejar el tabaco o bien, terminar exitosamente nuestros estudios. Sin embargo, cumplir con cada cosa que nos proponemos implica también modificar nuestros hábitos, lo que en el papel puede sonar sencillo, pero en la práctica definitivamente no lo es.
Las películas nos han enseñado que “la fuerza de voluntad” es la llave para conquistar el mundo. Y sin duda que es así, pero verla en los protagonistas de una producción cinematográfica no es lo mismo que aplicarla en nuestra vida cotidiana. Como dicen por ahí, “otra cosa es con guitarra”. ¡Y vaya que es cierto! Tener esta invaluable característica es lo deseable, pero del dicho al hecho hay harto trecho. Ponerla en práctica puede costarnos desde fracasos hasta lágrimas de sangre.
Y es que amigas, cada vez que tomamos una decisión importante (como volver a estudiar, casarnos o dejar atrás la insana costumbre de comer a deshoras), salimos de la zona de confort en que nos encontramos cómodamente instaladas. Con la dieta ya no estará aquel delicioso bocadillo para "contenernos" cuando estemos bajoneadas o bien, no llegaremos a casa tras una ardua jornada laboral: habrá que ir a la universidad, con la mente lúcida para volver a estudiar. Tales cosas requieren un reordenamiento de nuestra rutina, al cual costará que nos habituemos. Ahí es cuando se da una lucha descarnada entre la fuerza de voluntad (el anhelo que tenemos de concretar nuestro propósito) y la energía del cerebro que nos impulsa hacia lo conocido.
Los primeros días son los más duros: todo nos molesta, estamos irritables, cuestionamos nuestras decisiones y es en este periodo donde muchos optan por “tirar la toalla”. Las investigaciones dan cuenta de que este “ciclo de adaptación al cambio” consta de 66 días, los cuales son ciertamente una tortura. Pero, luego de este paso por el purgatorio, habremos incorporado la nueva costumbre, la cual reemplazará a las antiguas y formará parte de nuestra rutina. Estos mismos estudios indican que para lograr maestría en cualquier área de la vida se requieren como mínimo 10 mil horas de repetición, lo que equivale a 2 diarias de la práctica de un hábito determinado en un plazo de 10 años. Lo anterior nos revela que, más que la inteligencia o habilidades, el éxito en cualquier emprendimiento radica en la perseverancia y disciplina; es decir, ser constante y no rendirse.
Y tú, ¿estás decidida a ir por aquello que ansías? ¿Realmente estás dispuesta a cambiar tu vida?
Fuente: Óscar Cáceres, Coach
Imagen CC WanderingTheWorld