El mes de febrero se acerca y también una fecha que sin duda es tema, estemos solteras o en pareja. Aunque por fuera digamos que es una celebración comercial, que se festeja por moda o tengamos un montón de argumentos, lo cierto es que en un pequeño espacio oculto de nuestro corazón, algo nos importa el Día de los Enamorados. Como la vida cambia y el tiempo avanza (ningún año es parecido a otro), hay veces en que nos toca enfrentar algunas etapas "en solitario" y debemos sacar a relucir nuestra fortaleza y valentía. Una de esas fechas conflictivas - cuando estamos sin "otra mitad" - es el famoso San Valentín, que llega con bombos y platillos, además de toda la parafernalia que lo caracteriza.
La verdad es que al estar soltera mucho tiempo, se hace más llevadero el día sola (como dicen por ahí, es "la fuerza de la costumbre"). El problema es cuando el año anterior pudiste compartirlo con alguien, pasarlo bien, tomar unos tragos y caminar de la mano, porque lamentablemente es un reto para la memoria y también para nuestro corazón. De manera involuntaria, te pones a recordar y comparar el pasado con el presente, lo que fue y lo que no pudo ser, lo que hiciste bien y lo que perdiste en el camino.
Ese día tocará salir a la calle y prepararse psicológicamente para una batalla campal contra los globos, las flores, los chocolates en forma de corazón y todas esas baratijas que te recuerdan que aún estás sola y te llevan a preguntarte ¿por qué le caigo tan mal a Cupido? Lo cierto es que más allá de los regalos, la ida al cine, los peluches o la cena, lo que pesa es saber que tuviste a alguien, un partner, un amigo, un "peor es nada", pero que ya no está ahí. Fue lindo mientras duró (menos la parte en que no resultó).
Creo que en momentos como éste sale a relucir el típico inconformismo del humano, porque mientras estabas sola anhelabas tener a alguien para pasar tu 14 de febrero y conservar lindos recuerdos. Sin embargo, cuando ya tienes los recuerdos, quisieras no haberlos vivido y borrarlos de tu cabeza, porque "habrías preferido seguir como estabas antes" y evitarte el sufrimiento de por medio. En esto de los asuntos del corazón, no hay una fórmula "estándar" o un resultado correcto y por eso no es fácil dar en el clavo con lo que realmente es mejor o peor para cada uno. Como dice la canción de los Cadillacs "no quiero morir sin antes haber amado, pero tampoco quiero morir de amor".
Si ya viviste el duelo y las heridas sanaron (o están en proceso de sanación), lo mejor es no ponerse a reflexionar demasiado y tampoco quedarse en casa sola, rememorando los tiempos pasados. Hay que seguir adelante, asumir la soledad como un traje de "quita y pon", poner la mejor cara, los mejores tacos y vivir ese día de manera diferente. Pásalo con amigas, celebrando la soltería, tu independencia y cada detalle que te hace ser única. Si este San Valentín te tocará estar sola ¡ámate a ti misma como la gran mujer que eres!
¿Estás dispuesta?
Imagen CC A. David Holloway